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A sangre fría - Truman Capote

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

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nunca hará. Al escribirme, al firmar «tu amigo». Cuando yo no tenía amigos. Excepto Joe<br />

James.<br />

Joe James, le explicó a Don Cullivan, era un joven leñador indio con el que había vivido<br />

una vez, en un bosque cerca de Bellingham, Washington.<br />

-Está muy lejos de Garden City. Tres mil kilómetros o más. Le escribí a Joe contándole<br />

lo que me pasaba. Joe es pobre, tiene siete hijos que alimentar, pero me ha prometido que<br />

vendrá aunque tenga que hacerlo andando. No ha venido aún y quizá no venga, pero yo creo<br />

que sí, que vendrá. Joe siempre me ha querido bien. ¿Y tú, Don?<br />

-Sí, yo también.<br />

La respuesta suave y enfática complació sobremanera a Perry y lo hizo sonrojar. Sonrió<br />

y dijo:<br />

-Entonces debes de estar un poco loco.<br />

Levantándose de pronto, cruzó la celda y cogió la escoba.<br />

-No veo por qué he de morir entre desconocidos. Dejar que un puñado de matones de la<br />

pradera contemplen cómo estiro la pata. ¡Cristo! Sería mejor suicidarme.<br />

Levantó la escoba y presionó las cerdas contra la bombilla que brillaba en el techo.<br />

-No tengo más que desenroscar la bombilla, romperla y cortarme las muñecas. Eso es lo<br />

que debería hacer. Mientras tú estás todavía aquí. Mientras estoy con alguien a quien le<br />

importo un poco.<br />

El juicio se reanudó el lunes por la mañana a las diez. Noventa minutos después, el<br />

tribunal levantó la sesión: en aquel breve espacio de tiempo la defensa había completado su<br />

tarea. Los acusados renunciaron a declarar en su propio favor, así que la cuestión de si el<br />

verdadero asesino había sido Hickock o Smith no se planteó.<br />

De los cinco testigos que comparecieron, el primero fue el ojeroso señor Hickock.<br />

Habló con digna y triste elocuencia con un sólo propósito: demostrar que todo se debía a<br />

locura temporal. Su hijo, manifestó, en un accidente de coche ocurrido en julio del 1950,<br />

había recibido serias heridas en la cabeza. Antes de aquel accidente, Dick había sido siempre<br />

un chico «despreocupado y feliz», aplicado en el colegio y respetuoso con sus padres y<br />

querido por sus compañeros.<br />

-Nunca fue problema para nadie.<br />

Harrison Smith, guiando hábilmente al testigo, dijo:<br />

-Quisiera preguntarle si a partir de julio del año cincuenta observó algún cambio en la<br />

personalidad y costumbres de su hijo Richard.<br />

-Pues no parecía el mismo.<br />

-¿Cuáles fueron los cambios que usted observó?<br />

El señor Hickock, entre pensativas vacilaciones, enumeró algunos: Dick se volvió<br />

taciturno e inquieto, andaba siempre con hombres mayores que él, bebía y jugaba.<br />

-No era la misma persona.<br />

Esta última afirmación fue recusada inmediatamente por Logan Green, que inició el<br />

contrainterrogatorio.<br />

-Señor Hickock, ¿afirma usted que no tuvo nunca problemas con su hijo hasta después<br />

de 1950?<br />

-Creo que en el cuarenta y nueve lo detuvieron.<br />

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