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A sangre fría - Truman Capote

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

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en condiciones de afirmar en qué grado perjudicará a los acusados. Pero esos carteles, unidos<br />

a los anuncios de los periódicos y de la radio, serán un constante recordatorio para todos los<br />

ciudadanos de la población, entre los cuales han sido convocados ciento cincuenta como<br />

posibles jurados.<br />

El juez Tate no se dejó impresionar. Denegó la petición sin comentarios.<br />

A principio de aquel año, el vecino japonés de Clutter, Hideo Ashida, había vendido en<br />

subasta su equipo agrícola y se había trasladado a Nebraska. La subasta de los Ashida, que se<br />

consideró un éxito, atrajo un centenar escaso de compradores. Más de cinco mil personas<br />

asistieron a la subasta de Clutter. Los ciudadanos de Holcomb se habían preparado para<br />

recibir a una concurrencia sin precedentes (el Círculo de Señoras de la Iglesia de Holcomb<br />

había convertido uno de los graneros de Clutter en una cafetería, provista de doscientos<br />

pasteles caseros, ciento veinte kilos de carne para hamburguesas y treinta kilos de jamón en<br />

lonchas), pero nadie contaba con que ésa fuera la subasta más concurrida de toda la historia<br />

de Kansas occidental. En Holcomb convergieron coches procedentes de la mitad de los<br />

condados del estado y de Oklahoma, Colorado, Texas y Nebraska.<br />

Llegaron, uno tras otro, por la avenida que conduce a la finca de River Valley.<br />

Era la primera vez que se permitía al público visitar la finca de los Clutter desde el<br />

descubrimiento de los asesinatos, circunstancia que explicaba la presencia de un tercio de la<br />

inmensa aglomeración, la de quienes habían ido por curiosidad. Desde luego, el tiempo<br />

contribuyó a tal afluencia porque, a mediados de marzo, la nieve alta del invierno se ha<br />

disuelto y la tierra blanda del deshielo aflora en acres y acres de barro hasta el tobillo. No hay<br />

mucho que pueda hacer el granjero hasta que el terreno se endurece.<br />

-¡Está la tierra tan blanda y mojada! -dijo la mujer de Bill Ramsey, un granjero-. No hay<br />

modo de trabajar. Así, que pensamos que podíamos venir a la subasta.<br />

El día era espléndido de verdad. De primavera. A pesar del fango, el sol, durante tanto<br />

tiempo velado por la nieve y las nubes, parecía un objeto recién hecho y los árboles -el huerto<br />

de los Clutter de perales, manzanos, así como los olmos que sombreaban la avenidaaparecían<br />

ligeramente cubiertos de una capa de verde virginal. El hermoso césped que<br />

bordeaba la casa de los Clutter estaba también reverdecido, y los invasores que lo pisaban,<br />

mujeres ansiosas de ver más de cerca la casa deshabitada, lo atravesaban furtivamente para<br />

espiar por las ventanas, entre temiendo y deseando descubrir en la oscuridad, más allá de las<br />

bonitas cortinas floreadas, macabras apariciones.<br />

A gritos, el subastador ponderaba la mercancía: tractores, camiones, carretillas, kilos de<br />

clavos, acotillos, maderas, cubos para la leche, hierros de marcar ganado, caballos,<br />

herraduras, todo cuanto se necesita para llevar una hacienda, desde cuerda y arreos hasta<br />

desinfectante para ovejas y baños de estaño. La perspectiva de comprar toda esa mercancía a<br />

precios de regalo había atraído a la mayoría de aquellas personas. Pero las manos de los<br />

postores se levantaban tímidamente, manos enrojecidas por el trabajo, que no deseaban<br />

desprenderse de dinero duramente ganado. Sin embargo, nada quedó por vender: hubo hasta<br />

quien compró un manojo de llaves oxidadas y un joven cow-boy que lucía botas amarillo<br />

claro compró el vagón coyote de Kenyon Clutter, el estropeado vehículo que el muchacho<br />

muerto había usado para asustar coyotes, persiguiéndolos en las noches de luna.<br />

Los ayudantes, los hombres que acarreaban los objetos más pequeños hasta el estrado<br />

del subastador para volver a llevárselos después, eran Paul Helm, Vic Irsik y Alfred<br />

Stoecklein, los tres viejos y todavía fieles empleados del difunto Herbert W. Clutter. Asistir a<br />

la venta de sus posesiones era su último servicio porque ése era su último día en la granja<br />

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