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A sangre fría - Truman Capote

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

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es mentalmente competente y responsable de sus actos. Y además, decía Creen, en las leyes<br />

de Kansas nada indica que los médicos elegidos para determinar la condición mental del<br />

acusado deban poseer ninguna calificación especial.<br />

-Sólo simples médicos. Médico de medicina general. Eso es todo lo que la ley requiere.<br />

Cada año tenemos vistas en este tribunal de pruebas de incapacidad mental con el propósito<br />

de internar a determinados individuos en esa institución. Pero nunca llamamos a nadie de<br />

Larned o de ninguna otra institución psiquiátrica por el estilo. Nuestros médicos locales se<br />

ocupan de la cuestión. No es tan difícil averiguar si un hombre está loco, o es imbécil o<br />

idiota... Es absolutamente innecesario, una pérdida de tiempo, enviar a los acusados a Larned.<br />

En su refutación, el abogado defensor Smith sugirió que el caso presente era «mucho<br />

más grave que una simple comprobación de estado mental como los que tienen lugar en una<br />

causa civil».<br />

-Hay dos vidas en juego. Sea cual fuere su crimen, esos hombres tienen derecho a un<br />

examen llevado a cabo por especialistas con experiencia. La psiquiatría -añadió dirigiéndose<br />

directamente al juez- ha madurado rápidamente en los últimos veinte años. Los tribunales<br />

federales empiezan a actuar ya de acuerdo con esta ciencia cuando se trata de individuos<br />

acusados de delitos criminales. A mí me parece que tenemos una maravillosa oportunidad de<br />

utilizar los nuevos conceptos en este campo.<br />

Fue una oportunidad que el juez prefirió rechazar porque, como observó una vez un<br />

colega suyo:<br />

-Tate es lo que se podría llamar un jurista de texto, no hace nunca experimentos, se<br />

atiene rigurosamente a la letra de la ley.<br />

Pero el mismo crítico dijo también:<br />

-Si yo fuera inocente, es él el primer hombre que quisiera tener en el tribunal, pero si<br />

fuera culpable, el último.<br />

El juez Tate no denegó totalmente la petición, sino que se limitó a hacer lo que la ley<br />

decía, nombrando una comisión de tres médicos de Garden City y pidiéndoles que<br />

dictaminaran sobre la capacidad mental de los presos. (A su debido tiempo el trío de médicos<br />

entrevistó a los acusados y tras una hora de sondearlos en amable charla, declaró que ninguno<br />

de los dos padecía de trastorno mental alguno. Cuando le comunicaron el diagnóstico a Perry,<br />

dijo: «¿Y cómo lo saben? Querían divertirse. Enterarse de todos los detalles morbosos por<br />

boca de los asesinos. ¡Oh, les brillaban los ojos!» El abogado de Hickock estaba furioso. Fue<br />

otra vez al hospital de Larned donde pidió los servicios gratuitos de un psiquiatra que quisiera<br />

desplazarse a Garden City para entrevistarse con los acusados. El psiquiatra que se ofreció<br />

voluntariamente, doctor W. Mitchell Jones, era extraordinariamente competente; no tenía aún<br />

treinta años pero era especialista en psicología criminal y en locos criminales y había<br />

trabajado y estudiado en Europa y Estados Unidos. Accedió a examinar a Hickock y Smith y<br />

si su diagnóstico lo justificaba, a actuar de testigo en su descargo.)<br />

La mañana del 14 de marzo, los abogados de la defensa se presentaron de nuevo ante el<br />

juez Tate, en esta ocasión para pedir que se retrasara el proceso, para el que sólo faltaban<br />

ocho días. Daban dos razones, la primera que «un testigo muy importante», el padre de<br />

Hickock, se hallaba demasiado enfermo para comparecer. La segunda era más sutil. Durante<br />

la semana anterior, en los escaparates de las tiendas, en bancos, restaurantes, en la estación de<br />

la ciudad había aparecido un cartel en grandes caracteres que decía: Subasta de la hacienda<br />

Clutter -21 marzo 1960- en la granja Clutter.<br />

-Ahora -dijo Harrison Smith dirigiéndose al tribunal- comprendo que es casi imposible<br />

demostrar que hay prejuicio. Pero esta venta, la subasta de la hacienda de la víctima, se<br />

celebrará dentro de una semana, en otras palabras, el día antes de empezar el juicio. No estoy<br />

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