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A sangre fría - Truman Capote

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

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ejilla de los radiadores de los coches. A partir de entonces le resultó doloroso contemplar sus<br />

maniobras.<br />

-Porque he pasado la vida haciendo lo que ellos hacen. El equivalente.<br />

Había un hombre al que Perry observaba con particular interés, un caballero robusto,<br />

erguido, con el pelo que parecía un casquete plata y gris; la cara llena, de mandíbula firme,<br />

tenía en reposo una expresión algo malhumorada, con las comisuras de la boca hacia abajo,<br />

los ojos bajos como sumidos en tétricos ensueños, la viva imagen, en fin, de la severidad<br />

inexorable. Y sin embargo, aquélla era una impresión en parte inexacta porque de vez en<br />

cuando el prisionero lo veía detenerse a hablar con otros hombres, bromear y reír con ellos, y<br />

entonces parecía despreocupado, jovial y generoso: «La clase de persona que ve el lado<br />

humano de las cosas...» Condición importante porque el hombre era Roland H. Tate, juez del<br />

distrito 32, el jurista que iba a presidir el tribunal del estado de Kansas en el juicio contra<br />

Smith y Hickock. Tate, como pronto supo Perry, era un nombre antiguo y temido en Kansas<br />

occidental. El juez era rico, criaba caballos, poseía muchas tierras y se decía que su mujer era<br />

muy hermosa. Había tenido dos hijos pero el menor había muerto, tragedia que afectó mucho<br />

a sus padres y les llevó a adoptar un niño comparecido ante el tribunal como abandonado y<br />

sin familia.<br />

-Se me antoja que tiene corazón blando -le dijo Perry a la señora Meier una vez- Puede<br />

que nos dé una oportunidad.<br />

Pero no era eso lo que Perry de veras creía; creía lo que le había escrito a Don Cullivan<br />

con quien mantenía una correspondencia regular: su crimen era «imperdonable» y estaba<br />

plenamente convencido de que «subiría aquellos trece escalones». Sin embargo, no estaba<br />

totalmente privado de esperanzas porque también él proyectaba fugarse. Todo dependía de un<br />

par de chicos jóvenes que había advertido que le observaban. Uno era pelirrojo, el otro<br />

moreno. A veces, cuando se paraban en la plaza bajo el árbol que tocaba la ventana de su<br />

celda, le sonreían, le hacían señas o por lo menos eso imaginaba. Nunca le habían dicho nada<br />

y siempre, después de un minuto, se alejaban. Pero el preso se había convencido de que los<br />

jóvenes, posiblemente impulsados por el deseo de aventuras, querían ayudarle a escapar. Por<br />

consiguiente trazó un mapa de la plaza indicando los puntos en que el «coche de la fuga»<br />

debía estar estacionado. Al pie del mapa escribió: «Necesito una hoja de sierra n.° 5. Nada<br />

más. Pero ¿sabéis a qué os exponéis si os cogen? (Moved la cabeza si es así.) Puede significar<br />

mucho tiempo en la cárcel. O que os maten. Y todo por una persona que no conocéis.<br />

¡MEJOR QUE LO PENSÉIS BIEN! ¡En serio! Además, ¿cómo sé que puedo confiar en<br />

vosotros? ¿Cómo sé que no es un truco para sacarme de aquí y matarme? ¿Y Hickock qué?<br />

Todo plan ha de incluirle a él también. »<br />

Perry guardó el documento en su mesa, plegado y pronto para arrojarlo por la ventana la<br />

próxima vez que aparecieran los jóvenes. Pero no volvieron a aparecer: nunca más los vio.<br />

Con el tiempo llegó a preguntarse si los habría inventado (la sospecha de que quizá fuera<br />

«anormal» o acaso «loco» le preocupaba «hasta cuando era pequeño mis hermanas se reían de<br />

mí porque me gustaba la luz de la luna, esconderme en las sombras y contemplar la luna»).<br />

Fantasmas o no, dejó de pensar en los jóvenes. Otra forma de fuga, el suicidio, los reemplazó<br />

en sus meditaciones y a pesar de las precauciones del carcelero (nada de espejo, ni cinturón,<br />

ni corbata, ni cordones de zapatos) había hallado la forma de perpetrarlo. Porque su celda<br />

estaba también provista de una bombilla en el techo que no se apagaba nunca, pero a<br />

diferencia de Hickock, tenía una escoba en la celda y con ella podía desenroscar la bombilla.<br />

Una noche, soñó que desenroscaba la bombilla, la rompía y con los cristales se cortaba las<br />

muñecas y tobillos.<br />

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