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A sangre fría - Truman Capote

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

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prácticamente el recuento de votos y estaba claro como el agua que él había ganado, empezó a<br />

decir, era como para matarlo, a decir y repetir: "Bueno, no lo sabremos hasta el final."<br />

»Le dije entonces: "Por favor, Alvin, no empieces. Claro que fueron ellos." "¿Qué<br />

pruebas tienes? -me preguntó-. ¿Cómo podemos probar siquiera que pusieron los pies en la<br />

casa de los Clutter?" Pero a mí me parecía que precisamente eso le podía probar: había<br />

huellas. ¿No eran las marcas de las suelas lo único que los animales aquellos habían dejado?<br />

Alvin contestó: "Sí, y serían definitivas... con tal que todavía lleven las mismas botas. Las<br />

marcas de las huellas solas, no valen un céntimo." Yo le contesté: "Muy bien, cariño. Anda,<br />

tómate el café, te ayudaré a hacer la maleta." A veces no se puede discutir con Alvin. Del<br />

modo que hablaba, casi me convenció de que Hickock y Smith eran inocentes y que si no lo<br />

eran, no confesarían jamás y si no confesaban, nunca podrían ser condenados... porque las<br />

pruebas eran demasiado vagas. Pero lo que más le preocupaba era... que el asunto se les fuera<br />

de las manos, que los dos hombres se enterasen de cómo estaban las cosas antes de que el<br />

KBI pudiera interrogarles. Por ahora creían que los habían cogido por violación de palabra.<br />

Por pasar cheques falsos. Y a Alvin le parecía muy importante que siguieran creyéndolo.<br />

Decía: "El nombre de Clutter tiene que ser un martillazo, un golpe que no sepan de dónde les<br />

ha caído."<br />

»Paul... lo había mandado por unos calcetines de Alvin. Cuando los trajo, se quedó<br />

contemplando cómo hacía la maleta. Preguntó dónde iba Alvin. Alvin lo alzó en brazos,<br />

diciéndole: "¿Eres capaz de guardar un secreto, Paul?" No hacía falta que lo preguntara, pues<br />

los dos niños saben que no deben hablar del trabajo de su padre, de los comentarios que<br />

pueden oír en casa. Así que le dijo: "Pauly, ¿recuerdas esos hombres que estamos buscando?<br />

Bueno, los hemos encontrado y papá se va ahora por ellos, para traerlos aquí a Garden City."<br />

Pero Paul le suplicó: "Por favor, papá, no los traigas. Que no vengan por aquí." Estaba<br />

aterrado, como era lógico en un niño de nueve años. Alvin lo besó diciendo: "No te<br />

preocupes, Pauly, no dejaremos que hagan daño a nadie. No volverán a hacer daño a nadie<br />

nunca más."<br />

A las cinco de aquella tarde, unos veinte minutos después de que el Chevrolet robado<br />

saliera del desierto de Nevada para entrar en Las Vegas, la larga marcha tocó a su fin. Pero no<br />

antes de que Perry se presentara en la oficina de correos de Las Vegas a reclamar un paquete<br />

enviado a su nombre. Era la enorme caja de cartón que se había enviado él mismo desde<br />

México, asegurándola en cien dólares, suma que superaba absurdamente el valor de su<br />

contenido: caquis, tejanos, camisas usadas, ropa interior y dos pares de botas con reborde de<br />

acero. Afuera, Dick, que aguardaba a que Perry saliera, estaba de excelente humor; había<br />

tomado una decisión que, ciertamente, iba a poner fin a sus actuales dificultades financieras,<br />

colocándolo en una nueva senda, ante un arco iris distinto. La decisión consistía en hacerse<br />

pasar por un oficial de las fuerzas aéreas. Era un proyecto que le fascinaba desde hacía tiempo<br />

y Las Vegas era el lugar ideal para ponerlo en práctica. Había elegido ya el nombre y grado<br />

del oficial, el primero tomado de un antiguo conocido suyo: el alcaide de la Penitenciaria del<br />

Estado de Kansas Tracy Hand. Dick quería, vistiendo el cuidado uniforme del capitán Tracy<br />

Hand, «dar una batida a la Strip», o sea a la calle de los casinos de Las Vegas abiertos toda la<br />

noche. Los grandes, los pequeños, el Sands, el Stardust. Pensaba recorrerlos todos,<br />

distribuyendo en su ruta «un puñado de confetti». Firmando cheques falsos sin parar pensaba<br />

hacerse con tres o quizás cuatro mil dólares en veinticuatro horas. Eso era la mitad del plan.<br />

La otra mitad era: «Adiós, Perry.» Dick estaba hasta la coronilla de él: de su armónica, de sus<br />

males y dolencias, de sus supersticiones, de sus ojos lacrimosos y femeninos, de su voz<br />

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