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A sangre fría - Truman Capote

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

A sangre fría (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. Para hallar la documentación necesaria para el libro el autor realizó un exhaustivo trabajo de campo. A sangre fría explica cómo una familia de un pueblo rural de Estados Unidos es asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y, especialmente, el motivo de este.

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-Cada vez que ves un espejo, te pones como en trance. Como si estuvieras<br />

contemplando un magnífico trasero. Vamos, por Dios, ¿no te aburres nunca?<br />

Lejos de cansarle, su rostro le fascinaba. Desde cada ángulo le producía una impresión<br />

diferente. Era un rostro cambiante y los experimentos frente al espejo le habían enseñado a<br />

controlar sus expresiones, a parecer ora amenazador, ora travieso, ora sentimental; una<br />

inclinación de la cabeza, una contracción de los labios y el gitano corrompido se convertía en<br />

un jovencito romántico. Su madre había sido una india de pura raza cherokee y de ella había<br />

heredado aquella tez, el color yodo de la piel, los oscuros ojos húmedos y el pelo negro,<br />

siempre con una buena cantidad de brillantina y tan abundante que le permitía llevar largas<br />

patillas y un mechón corto caído sobre la frente a modo de flequillo. Si la aportación de su<br />

madre era evidente, la de su padre -un irlandés pecoso y de pelo color jengibre- lo era menos,<br />

como si la <strong>sangre</strong> india hubiese borrado toda huella de la estirpe celta. Pero los labios rosados<br />

y la nariz afilada confirmaban su presencia, al igual que aquel aire malicioso de arrogante<br />

egocentrismo irlandés que con frecuencia animaba la máscara cherokee y que llegaba a<br />

dominarla por completo cuando tocaba la guitarra y cantaba. Cantar e imaginar que lo hacía<br />

ante el público era otro fascinante modo de ir pasando las horas. Siempre recurría<br />

mentalmente a la misma escena: un local nocturno de Las Vegas que era, en realidad, su<br />

ciudad natal. Un local elegante, lleno de celebridades pendientes de la sensacional revelación,<br />

y entusiasmadas con aquel nuevo astro que interpretaba, con un fondo de violines, su versión<br />

de I’ll be seeing you y luego como bis, la última balada que había compuesto:<br />

En abril, bandadas de papagayos<br />

vuelan en lo alto, rojos y verdes,<br />

verdes y anaranjados.<br />

Los veo volar, los oigo en lo alto,<br />

papagayos que cantan<br />

y traen la primavera en abril...<br />

(Dick, cuando oyó por primera vez la canción, había comentado: «Los papagayos no<br />

cantan. Parlotean, quizá. Graznan. Pero cantar, ni en broma.» Claro, Dick se lo tomaba todo al<br />

pie de la letra, todo. No entendía de música ni de poesía y, sin embargo, lo que Dick tenía de<br />

prosaico, su modo positivista de enfocar las cosas, era lo que más atraía a Perry, pues eso<br />

hacía que Dick, comparado con él mismo, pareciera tan auténticamente duro, invulnerable,<br />

«totalmente masculino».)<br />

Pero por muy satisfactorio que le resultara el ensueño de Las Vegas, otra de sus visiones<br />

lo empequeñecía. Desde la infancia y durante más de la mitad de los treinta y un años que<br />

tenía, había ido pidiendo folletos por correspondencia («Fortunas en el fondo del mar.<br />

Entrénese en su propia casa en sus ratos libres. Hágase rico pronto practicando la inmersión<br />

con equipo y a pulmón libre. Folletos gratis... »), contestando anuncios («Tesoro hundido.<br />

Cincuenta mapas auténticos. Oferta increíble...») que alimentaban el deseo ardiente de correr<br />

de veras la aventura que su imaginación le permitía experimentar una y otra vez: el sueño de<br />

sumergirse hasta lo más profundo en aguas desconocidas, de zambullirse en la verde<br />

oscuridad marina, deslizándose más allá de los escamosos centinelas de ojos salvajes, hasta<br />

llegar al casco de un buque que se perfilaba ante él, un galeón español naufragado, con una<br />

carga de perlas y diamantes y montañas de cofres de oro.<br />

El bocinazo de un coche. Dick, por fin.<br />

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