___Anonimo - Sabiduria Antigua
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SEGUNDA PARTE<br />
EL ADVENIMIENTO DE LAS ESCUELAS DE<br />
MISTERIOS<br />
Desde los tiempos más remotos, la creencia en un Ser superior y supremo, que se manifiesta<br />
en la totalidad de lo que el ser humano sólo manifiesta en parte, ha sido una verdad y creencia<br />
básica compartida por todos los humanos. El hombre primitivo, abriéndose paso por el lodo y<br />
el fango de los pantanos paleozoicos, se golpeaba el velludo pecho con sus largos y deformes<br />
brazos y elevaba su grito hacia un Dios desconocido. Y hasta los velludos antropoides de<br />
nuestros días, según nos cuentan los exploradores, tienen ciertos rudimentos de prácticas<br />
religiosas. Sin alma pero sapientes, elevan al cielo sus caras semihumanas y juntan sus manos<br />
corno para rezar. Nadie sabe desde cuándo existe el espíritu de veneración —el intenso<br />
deseo de expresar la gratitud por el simple privilegio de existir—, pero no cabe duda de que<br />
es tan antiguo como la historia misma. Los primeros escritos que se conocen se refieren a los<br />
dioses. Probablemente, los primeros edificios fueron templos, pues día a día vamos cobrando<br />
conciencia cada vez mayor de que toda estructura existente en la naturaleza es un santuario<br />
construido sin acompañamiento de voces humanas o golpes de martillo. Pero no sólo es un<br />
santuario, sino también un altar. Y no sólo es un altar, sino también la ofrenda que se hace en<br />
el altar. No hay voz, no hay pueblo que no rinda culto a algún Dios, a alguna presencia sentida<br />
en silencio, a algún poder visto en el cielo.<br />
La totalidad de los seres humanos se dividen en cuatro clases generales, pero cada ser<br />
humano vive únicamente en una parte de sí mismo, o, más bien, reduce las restantes partes<br />
para hacer resaltar por encima de ellas su parte predominante. La más baja de tales divisiones<br />
es la de la naturaleza física; los que en ella residen son de "tierra", son "terrestres"; no viven<br />
más que para la satisfacción de su naturaleza física. Su idea del cielo es la de un lugar donde<br />
hay mucha comida, mucho fasto y poco a ningún trabajo que realizar. Son los Sudras<br />
Brahmánicos, quienes nacidos en cadenas, están condenados a vivir y morir atados a los<br />
grillos de la baja calidad orgánica. La misma estructura de sus carnes y huesos les impide<br />
tanto la fineza o perfección del cuerpo como la del alma. Las mentes de tales seres sólo<br />
funcionan en parte. Sus cuerpos antes parecen prisiones que lugares de residencia. Se<br />
diferencian de los otros temperamentos como el caballo de tiro se diferencia del caballo árabe<br />
de pura raza. Lo mismo que caballos de tiro, tales seres viven para llevar a cabo las tareas<br />
más bajas, sumidos en el tráfago de sus mediocres destinos. Son los trabajadores que, en<br />
verdad, se ganan el pan con el sudor de su frente. Si se les da opulencia, no son capaces de<br />
mantenerse en ella. Si se los rodea de lujo, son incapaces de apreciarlo. Son los seres<br />
oscuros, terrestres, que deben inclinarse por siempre ante la inteligencia. No aman a Dios<br />
porque no lo comprenden. Son como los velludos antropoides, que elevan los brazos hacia<br />
elementos desconocidos.<br />
La segunda división es la de los artesanos, de los que trabajan con la mente y con los manos.<br />
Son los hombres pardos del mito hindú. Compran, venden y permutan. A su torpeza básica se<br />
agrega un poco de astucia e inteligencia. Con esta astucia e inteligencia, dominan a quienes no<br />
las poseen. Son los mezquinos tenderos, y también los que procuran trocar gradualmente el