___Anonimo - Sabiduria Antigua
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Durante muchos siglos, los verdaderos Adeptos o Iniciados se ocultaban tras un velo<br />
impenetrable de misterio. Esto obedecía a varios fines. En primer lugar protegía a los<br />
Iniciados de los interminables inconvenientes a que se verían abocados por parte de los<br />
curiosos y los crédulos. Además les permitía vivir en paz y en silencio, estudiar y orar,<br />
desconocidos e insospechados hasta por sus propios vecinos, inmediatos. Esto multiplicó el<br />
poder que tenían sobre un mundo que no podía oponérseles dado que no podía descubrirlos.<br />
Y finalmente, esto permitió a las escuelas y a sus discípulos escapar a las persecuciones de la<br />
intolerancia religiosa y del fanatismo que se desata contra todo aquel que trata de encontrar a<br />
Dios sin ayuda o beneficio del clero.<br />
Se considera que la Esfinge Egipcia señala el código de los iniciados por medio de la<br />
interpretación simbólica de las cuatro criaturas que la componen. El cuerpo del toro, con su<br />
tremenda fuerza, se interpreta como símbolo del trabajo "el hacer". Las patas y la cola de león<br />
simbolizan "el valor" y se interpretan como el "osar". Las alas de águila aluden a cosas más<br />
elevadas y se interpretan como el "aspirar". La cabeza humana, con sus labios sellados,<br />
significa el "callar". De todas estas reglas, la más importante es la última.<br />
Lino de los antiguos axiomas oculistas era el siguiente: “Si lo sabes, calla". Actualmente se<br />
habla demasiado, tanto en el mundo religioso de la ortodoxia como en el del ocultismo. Hay<br />
demasiados individuos que hacen alarde o asumen tener poderes y virtudes que en realidad no<br />
poseen. Los templos de veneración se han convertido en instituciones de disputas; un grupo<br />
de camarillas y de clanes irrumpe en todas las direcciones enarbolando la enseña del<br />
idealismo, que ha sido encadenado a la roca del mezquino personalismo. Hay muchos<br />
"iniciados", pero poca sabiduría. Hay una multitud de pedagogos y de semidioses, los cuales<br />
no pudiendo vivir en armonía o entenderse entre ellos mismos, menos pueden convertir a los<br />
Gentiles. Todos estos males resultan del mucho hablar y de no tomar en serio las cosas<br />
importantes. Los nombres de los Maestros han sido revolcados por el fango. Las Escuelas de<br />
Misterios se han convertido simplemente en partes de insignias de que se vale la psic ología<br />
comercial; el espíritu de reverencia y de amor que sentía el mundo antiguo por sus iniciados se<br />
ha perdido en nuestros días a causa de la cantidad de falsos iniciados y de psicólogos<br />
fraudulentos.<br />
El verdadero ocultista, sea estudiante, discípulo o iniciado, jamás revela su posición espiritual<br />
a nadie más que a quienes se interesen sinceramente a la par de él en estas tareas sagradas.<br />
Ha de realizar sus trabajos de incógnito, velando las verdades que ha aprendido por medio<br />
del lenguaje de todos los días, diciendo a la gente qué es lo que debe hacer, no quien es él<br />
mismo; urgiendo, sugiriendo, pero jamas forzando sus opiniones, ni su filosofía, ni tratando de<br />
imponerlas a otros; ni el aplauso lo envanece ni la censura lo descorazona. Trabaja<br />
serenamente en cualquier lugar de donde se encuentra. No es suspicaz, es callado, no es<br />
inoportuno. Trabaja con laboriosidad, dejando que su obra y no su lengua hable por él. El<br />
iniciado o el discípulo jamás ha de hacer pública su posición ni discutirá sus aspiraciones<br />
espirituales. Si ha tenido el privilegio de ver fenómenos espirituales en su propia vida, si ha<br />
sido sacado de su propio cuerpo y está desarrollando poderes de clarividencia, estas serán las<br />
cosas más sagradas de su vida. Jamás las mencionará en público, pues no sólo son sagradas<br />
para él, sino también para su Maestro. Discutir los poderes personales es la peor de las faltas<br />
a la etiqueta que puede cometerse en el mundo oculto.