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La cartuja de Parma - Stendhal

HENRI BEYLE, STENDHAL (Grenoble, 1783 - París, 1842), fue uno de los escritores franceses más influyentes del siglo XIX. Abandonó su casa natal a los dieciséis años y poco después se alistó en el ejército de Napoleón, con el que recorrió Alemania, Austria y Rusia. Su actividad literaria más influyente comenzó tras la caída del imperio napoleónico: en 1830 publicó Rojo y negro, y en 1839 La Cartuja de Parma. Entre sus obras también destacan sus escritos autobiográficos, Vida de Henry Brulard y Recuerdos de egotismo. Tras ser cónsul en Trieste y Civitavecchia, en 1841 regresó a París, donde murió un año más tarde.

HENRI BEYLE, STENDHAL (Grenoble, 1783 - París, 1842), fue uno de los escritores franceses más influyentes del siglo XIX. Abandonó su casa natal a los dieciséis años y poco después se alistó en el ejército de Napoleón, con el que recorrió Alemania, Austria y Rusia. Su actividad literaria más influyente comenzó tras la caída del imperio napoleónico: en 1830 publicó Rojo y negro, y en 1839 La Cartuja de Parma. Entre sus obras también destacan sus escritos autobiográficos, Vida de Henry Brulard y Recuerdos de egotismo. Tras ser cónsul en Trieste y Civitavecchia, en 1841 regresó a París, donde murió un año más tarde.

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<strong>de</strong>l drama, el autor tendría que haberle dado un gran pensamiento, dotarle <strong>de</strong> un sentimiento que le hiciera<br />

superior a las personas extraordinarias que le ro<strong>de</strong>an y <strong>de</strong>l que carece. En realidad, el sentimiento es<br />

igual que el talento. Sentir es el rival <strong>de</strong> compren<strong>de</strong>r, como actuar es el antónimo <strong>de</strong> pensar. El amigo<br />

<strong>de</strong> un hombre <strong>de</strong> gran talento pue<strong>de</strong> elevarse hasta él por el afecto, por la comprensión. En el terreno <strong>de</strong>l<br />

corazón, un hombre mediocre pue<strong>de</strong> superar al artista más gran<strong>de</strong>. Aquí radica la justificación <strong>de</strong> las<br />

mujeres que aman a imbéciles. Así resulta que, en un drama, uno <strong>de</strong> los recursos más ingeniosos <strong>de</strong>l<br />

artista es (en el caso en que suponemos a monsieur Beyle) hacer superior por el sentimiento a un héroe<br />

que no pue<strong>de</strong> luchar por la inteligencia con los personajes que le ro<strong>de</strong>an. En esta relación, el papel <strong>de</strong><br />

Fabricio tendría que rehacerse. El Genio <strong>de</strong>l catolicismo <strong>de</strong>bería llevarle <strong>de</strong> su divina mano hacia la<br />

Cartuja <strong>de</strong> <strong>Parma</strong>, y este genio <strong>de</strong>bería abrumarle <strong>de</strong> vez en cuando con las conminaciones <strong>de</strong> la Gracia.<br />

Pero entonces el abate Blanès no podría <strong>de</strong>sempeñar ese papel, pues es imposible cultivar la astrología<br />

judicial y ser un santo según la Iglesia. <strong>La</strong> obra <strong>de</strong>be, pues, ser o más corta o más larga [5] .<br />

Quizá las largas páginas <strong>de</strong>l principio, acaso ese final que recomienza un libro y don<strong>de</strong> el tema queda<br />

estrangulado, perjudicarán al éxito, tal vez le han perjudicado ya. Por otra parte, monsieur Beyle se ha<br />

permitido en este libro algunas repeticiones, que sólo pue<strong>de</strong>n notar los que conocen sus primeros libros,<br />

pero estos mismos son necesariamente personas entendidas y se muestran difíciles. Monsieur Beyle, que<br />

profesa este gran principio ¡ay <strong>de</strong>l que, en amor o en las artes, lo dice todo!, no <strong>de</strong>be repetirse, él,<br />

siempre conciso y que <strong>de</strong>ja mucho que adivinar. A pesar <strong>de</strong> sus costumbres <strong>de</strong> esfinge, aquí es menos<br />

enigmático que en sus otras obras, y sus verda<strong>de</strong>ros amigos le felicitarán por ello.<br />

Los retratos son breves. A monsieur Beyle, que pinta a sus personajes con la acción y con el diálogo,<br />

pocas palabras le bastan; no cansa con <strong>de</strong>scripciones, va <strong>de</strong>recho al drama y llega a él con una palabra,<br />

con una reflexión. Sus paisajes, <strong>de</strong> un dibujo un poco seco que, por lo <strong>de</strong>más, correspon<strong>de</strong> al país, están<br />

trazados con presteza. El autor se planta en un árbol, en el lugar don<strong>de</strong> se encuentre, nos presenta la linea<br />

<strong>de</strong> los Alpes que ro<strong>de</strong>an por todas partes la escena <strong>de</strong> la acción, y ya está terminado el paisaje. El libro<br />

es valioso especialmente para los viajeros que han errado en torno al lago <strong>de</strong> Como, en Brianza, que han<br />

bor<strong>de</strong>ado las últimas masas <strong>de</strong> los Alpes y recorrido las llanuras <strong>de</strong> Lombardía. En este libro se acusa<br />

sutilmente el espíritu <strong>de</strong> esos paisajes, se siente bien su bello carácter. Se los ve.<br />

El lado flojo <strong>de</strong> esta obra es el estilo, en cuanto a la disposición <strong>de</strong> las palabras, pues el pensamiento<br />

eminentemente francés sostiene la frase. <strong>La</strong>s faltas que comete monsieur Beyle son puramente<br />

gramaticales: es <strong>de</strong>scuidado, incorrecto a la manera <strong>de</strong> los escritores <strong>de</strong>l siglo XVII [6] . <strong>La</strong>s citas que he<br />

hecho indican el tipo <strong>de</strong> <strong>de</strong>fectos en que cae. Ya un <strong>de</strong>sacuerdo <strong>de</strong> tiempo en los verbos, a veces la<br />

ausencia <strong>de</strong>l verbo, ya algunos c'est, algunos ce que, algunos que, que cansan al lector y hacen el efecto<br />

<strong>de</strong> un viaje en un coche con malas ballestas. por una carretera <strong>de</strong> Francia. Estos <strong>de</strong>fectos <strong>de</strong> bastante<br />

bulto indican una falta <strong>de</strong> trabajo [7] . Pero si el francés es un barniz puesto sobre el pensamiento, hay que<br />

ser tan indulgente con los que ponen ese barniz sobre unos cuadros bellos, como severo con los que no<br />

tienen más que el barniz. En monsieur Beyle, si ese barniz es aquí un poco amarillento, allá<br />

resquebrajado a trozos, al menos se ven <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> él una serie <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as que se <strong>de</strong>ducen con arreglo a las<br />

leyes <strong>de</strong> la lógica. Su frase larga está mal construida, su frase corta no está redon<strong>de</strong>ada. Escribe<br />

aproximadamente en el estilo <strong>de</strong> Di<strong>de</strong>rot, que no era escritor; pero el concepto es gran<strong>de</strong> y fuerte; pero la<br />

i<strong>de</strong>a es original y con frecuencia bien expresada. Este sistema no se <strong>de</strong>be imitar. Sería <strong>de</strong>masiado<br />

peligroso <strong>de</strong>jar que los autores se crean profundos pensadores [8] .

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