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La cartuja de Parma - Stendhal

HENRI BEYLE, STENDHAL (Grenoble, 1783 - París, 1842), fue uno de los escritores franceses más influyentes del siglo XIX. Abandonó su casa natal a los dieciséis años y poco después se alistó en el ejército de Napoleón, con el que recorrió Alemania, Austria y Rusia. Su actividad literaria más influyente comenzó tras la caída del imperio napoleónico: en 1830 publicó Rojo y negro, y en 1839 La Cartuja de Parma. Entre sus obras también destacan sus escritos autobiográficos, Vida de Henry Brulard y Recuerdos de egotismo. Tras ser cónsul en Trieste y Civitavecchia, en 1841 regresó a París, donde murió un año más tarde.

HENRI BEYLE, STENDHAL (Grenoble, 1783 - París, 1842), fue uno de los escritores franceses más influyentes del siglo XIX. Abandonó su casa natal a los dieciséis años y poco después se alistó en el ejército de Napoleón, con el que recorrió Alemania, Austria y Rusia. Su actividad literaria más influyente comenzó tras la caída del imperio napoleónico: en 1830 publicó Rojo y negro, y en 1839 La Cartuja de Parma. Entre sus obras también destacan sus escritos autobiográficos, Vida de Henry Brulard y Recuerdos de egotismo. Tras ser cónsul en Trieste y Civitavecchia, en 1841 regresó a París, donde murió un año más tarde.

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«¡Santo Dios —exclama Mosca para sí mismo—, hoy tiene sus cuarenta años!»<br />

Qué libro éste en que se encuentran, y en cada página, estos gritos <strong>de</strong> pasión, estas palabras profundas<br />

<strong>de</strong> los diplomáticos. Obsérvese, a<strong>de</strong>más, esto: en este libro no se encuentran nunca esos entremeses tan<br />

justamente llamados tartines. No, los personajes actúan, piensan, sienten, y el drama no <strong>de</strong>cae un<br />

momento. El poeta, dramático por las i<strong>de</strong>as, no se agacha jamás en su camino para recoger la mejor flor,<br />

todo tiene la rapi<strong>de</strong>z <strong>de</strong> un ditirambo.<br />

… … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … …<br />

Debo <strong>de</strong>jaros el placer <strong>de</strong> leer los admirables <strong>de</strong>talles <strong>de</strong> esta trama continua en la que el autor<br />

maneja cien personajes con la misma habilidad que un cochero hábil lleva las riendas <strong>de</strong> un carruaje <strong>de</strong><br />

diez caballos. Todo está en su sitio, no hay la menor confusión. Se ve todo, la ciudad y la corte. El drama<br />

es pasmoso <strong>de</strong> habilidad, <strong>de</strong> factura, <strong>de</strong> claridad. En el cuadro se ve hasta el aire, no hay ni un personaje<br />

no justificado…<br />

… … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … …<br />

No me será fácil explicar aquí el mérito <strong>de</strong> esta escena [4] . Monsieur Beyle no tiene nada <strong>de</strong><br />

predicador. No incita al regicidio, presenta un hecho y lo presenta tal como ha sido. Nadie, ni siquiera un<br />

republicano, siente al leerlo, el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> matar a un tirano. Es el juego <strong>de</strong> pasiones privadas, nada más.<br />

Se trata <strong>de</strong> un duelo que exige armas extraordinarias, pero iguales. <strong>La</strong> duquesa se sirve <strong>de</strong> Palla para<br />

envenenar al príncipe como el príncipe se sirve <strong>de</strong> un enemigo <strong>de</strong> Fabricio para envenenar a Fabricio. Se<br />

pue<strong>de</strong> vengarse <strong>de</strong> un rey, bien se vengaba Coriolano <strong>de</strong> su país; bien se vengaron Beaumarchais y<br />

Mirabeau <strong>de</strong> su época, que no los valoraba. Esto no es moral, pero el autor nos lo ha dicho y se lava las<br />

manos como Tácito <strong>de</strong> los crímenes <strong>de</strong> Tiberio. «Me inclino a creer —dice— que la alegría inmoral que<br />

en Italia encuentran vengándose se <strong>de</strong>be a la fuerza <strong>de</strong> la imaginación <strong>de</strong> ese pueblo; los otros pueblos no<br />

perdonan, olvidan.» Así explica el moralista a ese pueblo enérgico en el que se encuentran tantos<br />

inventores, que tiene la más rica, la más bella imaginación, y sus inconvenientes. Esta reflexión es más<br />

profunda <strong>de</strong> lo que a primera vista parece, explica las tonterías <strong>de</strong>clamatorias que pesan sobre los<br />

italianos, el único pueblo comparable al pueblo francés, un pueblo que vale más que los rusos y que los<br />

ingleses y cuyo genio tiene esa fibra femenina, esa <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za, esa grandiosidad por las que, en muchos<br />

aspectos, es superior a todos los pueblos…<br />

… … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … …<br />

El adiós <strong>de</strong> Palla Ferrante a su ídolo es una <strong>de</strong> las cosas bellas <strong>de</strong> esta obra en la que tantas bellas<br />

cosas hay; pero llegamos a la escena capital, a la escena que corona la obra, a la quema <strong>de</strong> los papeles<br />

don<strong>de</strong> consta la instrucción hecha por Rassi y que la mayordoma mayor consigue <strong>de</strong> Ranucio Ernesto V y<br />

<strong>de</strong> la princesa madre, una escena terrible en la que la duquesa se ve tan pronto perdida como salvada, a<br />

merced <strong>de</strong> los caprichos <strong>de</strong> la madre y <strong>de</strong>l hijo, que se sienten dominados por el genio <strong>de</strong> esa especie <strong>de</strong><br />

Princesa <strong>de</strong> los Ursinos. Es una escena que no tiene más que ocho páginas, pero no hay otra como ella en<br />

el arte literario, nada análogo con lo que se pueda comparar: es única…<br />

… … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … …<br />

Ahora conocéis la armazón <strong>de</strong> este inmenso edificio y os he hecho recorrerlo. Mi rápido análisis,<br />

atrevido, creédmelo, pues atrevimiento hace falta para intentar datos una i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> una novela construida<br />

con hechos tan rigurosamente ceñidos como los <strong>de</strong> <strong>La</strong> Cartuja <strong>de</strong> <strong>Parma</strong>; mi análisis, por esquemático<br />

que sea, os ha trazado las masas <strong>de</strong> la obra, y podéis juzgar si la alabanza es exagerada. Pero es difícil

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