18.04.2018 Views

La cartuja de Parma - Stendhal

HENRI BEYLE, STENDHAL (Grenoble, 1783 - París, 1842), fue uno de los escritores franceses más influyentes del siglo XIX. Abandonó su casa natal a los dieciséis años y poco después se alistó en el ejército de Napoleón, con el que recorrió Alemania, Austria y Rusia. Su actividad literaria más influyente comenzó tras la caída del imperio napoleónico: en 1830 publicó Rojo y negro, y en 1839 La Cartuja de Parma. Entre sus obras también destacan sus escritos autobiográficos, Vida de Henry Brulard y Recuerdos de egotismo. Tras ser cónsul en Trieste y Civitavecchia, en 1841 regresó a París, donde murió un año más tarde.

HENRI BEYLE, STENDHAL (Grenoble, 1783 - París, 1842), fue uno de los escritores franceses más influyentes del siglo XIX. Abandonó su casa natal a los dieciséis años y poco después se alistó en el ejército de Napoleón, con el que recorrió Alemania, Austria y Rusia. Su actividad literaria más influyente comenzó tras la caída del imperio napoleónico: en 1830 publicó Rojo y negro, y en 1839 La Cartuja de Parma. Entre sus obras también destacan sus escritos autobiográficos, Vida de Henry Brulard y Recuerdos de egotismo. Tras ser cónsul en Trieste y Civitavecchia, en 1841 regresó a París, donde murió un año más tarde.

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

habitantes <strong>de</strong> Sacca disfruten un día <strong>de</strong> tan loco regocijo que lo recuer<strong>de</strong>n durante mucho tiempo. Va a<br />

volver a Sacca. ¿Tiene algo que objetar? ¿Cree correr algún peligro?<br />

—Poca cosa, señora: ninguno <strong>de</strong> los habitantes <strong>de</strong> Sacca dirá jamás que yo formaba parte <strong>de</strong> la<br />

escolta <strong>de</strong> monseñor Fabricio. Por otra parte, me atrevo a <strong>de</strong>círselo a la señora, ardo en <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> ver mi<br />

tierra <strong>de</strong> Ricciarda: ¡me resulta tan raro ser propietario!<br />

—Me place tu alegría. El colono <strong>de</strong> Ricciarda me <strong>de</strong>be, a lo que creo, tres o cuatro años <strong>de</strong> arriendo;<br />

le regalo la mitad <strong>de</strong> los atrasos y la otra mitad te la cedo a ti, pero con esta condición: vas a ir a Sacca,<br />

dirás que pasado mañana es la fiesta <strong>de</strong> una <strong>de</strong> mis patronas, y la tar<strong>de</strong> siguiente a tu llegada, harás<br />

iluminar mi castillo <strong>de</strong> la manera más espléndida. No economices dinero ni trabajo: piensa que se trata<br />

<strong>de</strong> la mayor alegría <strong>de</strong> mi vida. Vengo preparando <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace mucho tiempo esta iluminación; <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace<br />

más <strong>de</strong> tres meses, he almacenado en las bo<strong>de</strong>gas <strong>de</strong>l palacio todo lo necesario para esa noble fiesta; he<br />

dado a guardar al jardinero todo lo preciso para unos espléndidos fuegos artificiales; dispondrás que se<br />

saque a la terraza que mira al Po. Tengo en mis bo<strong>de</strong>gas ochenta y nueve gran<strong>de</strong>s toneles; con ellos<br />

instalarás ochenta y nueve fuentes <strong>de</strong> vino en mi parque. Si al día siguiente queda una sola botella <strong>de</strong> vino<br />

sin beber, diré que no quieres a Fabricio. Cuando las fuentes <strong>de</strong> vino, la iluminación y los fuegos<br />

artificiales estén en pleno funcionamiento, te escabullirás pru<strong>de</strong>ntemente, pues es posible —y así lo<br />

espero y lo <strong>de</strong>seo— que en <strong>Parma</strong> todas esas bonitas cosas parezcan una insolencia.<br />

—Eso no es sólo posible, es seguro, tan seguro como que el fiscal Rassi, que ha firmado la sentencia<br />

<strong>de</strong> monseñor, reventará <strong>de</strong> rabia. E incluso… —añadió Ludovico con timi<strong>de</strong>z—, si la señora quisiera dar<br />

a su pobre servidor una alegría mayor que la <strong>de</strong> regalarle la mitad <strong>de</strong> los atrasos <strong>de</strong> la Ricciarda, me<br />

permitiría jugarle una pequeña broma a ese Rassi…<br />

—¡Eres un gran hombre! —exclamó la duquesa con entusiasmo—; pero te prohibo absolutamente<br />

hacer nada a Rassi: tengo el proyecto <strong>de</strong> que sea ahorcado en público, pero más a<strong>de</strong>lante. En cuanto a ti,<br />

procura que no te <strong>de</strong>tengan en Sacca; si te perdiera, todo se malograría.<br />

—¡A mí, señora! Cuando yo haya dicho que festejamos a una <strong>de</strong> las patronas <strong>de</strong> la señora, si la<br />

policía enviara treinta gendarmes para interrumpir la fiesta, pue<strong>de</strong> estar segura <strong>de</strong> que antes <strong>de</strong> llegar a la<br />

cruz roja que se alza en medio <strong>de</strong>l pueblo, ni uno solo quedaría a caballo. Los habitantes <strong>de</strong> Sacca no se<br />

limpian los mocos con el codo, no hay cuidado: todos son contrabandistas consumados, y adoran a la<br />

señora.<br />

—En fin —continuó la duquesa en un tono muy indiferente—, si doy vino a mis buenos servidores <strong>de</strong><br />

Sacca, quiero inundar a los habitantes <strong>de</strong> <strong>Parma</strong>; la misma noche <strong>de</strong> la iluminación <strong>de</strong> mi castillo, coges<br />

el mejor caballo <strong>de</strong> mis cuadras, corres a mi palacio <strong>de</strong> <strong>Parma</strong> y abres el <strong>de</strong>pósito.<br />

—¡Ah, excelente i<strong>de</strong>a la <strong>de</strong> la señora! —exclamó Ludovico riendo como un loco—. Vino para la<br />

buena gente <strong>de</strong> Sacca y agua para los burgueses <strong>de</strong> <strong>Parma</strong> que tan seguros estaban, los miserables, <strong>de</strong> que<br />

monsignore Fabricio iba a morir envenenado como el pobre L***.<br />

El regocijo <strong>de</strong> Ludovico no acababa; la duquesa miraba complacida su risa loca; repetía sin parar:<br />

—¡Vino para los <strong>de</strong> Sacca y agua para los <strong>de</strong> <strong>Parma</strong>! <strong>La</strong> señora sabe seguramente mejor que yo que<br />

cuando se vació impru<strong>de</strong>ntemente el <strong>de</strong>pósito hace unos veinte años, hubo un pie <strong>de</strong> agua en varias calles<br />

<strong>de</strong> <strong>Parma</strong>.<br />

—¡Y agua para los <strong>de</strong> <strong>Parma</strong>! —repitió la duquesa riendo—. Si le hubieran cortado la cabeza a<br />

Fabricio, el paseo frente a la ciuda<strong>de</strong>la habría estado concurridísimo… Todo el mundo le llama el gran

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!