18.04.2018 Views

La cartuja de Parma - Stendhal

HENRI BEYLE, STENDHAL (Grenoble, 1783 - París, 1842), fue uno de los escritores franceses más influyentes del siglo XIX. Abandonó su casa natal a los dieciséis años y poco después se alistó en el ejército de Napoleón, con el que recorrió Alemania, Austria y Rusia. Su actividad literaria más influyente comenzó tras la caída del imperio napoleónico: en 1830 publicó Rojo y negro, y en 1839 La Cartuja de Parma. Entre sus obras también destacan sus escritos autobiográficos, Vida de Henry Brulard y Recuerdos de egotismo. Tras ser cónsul en Trieste y Civitavecchia, en 1841 regresó a París, donde murió un año más tarde.

HENRI BEYLE, STENDHAL (Grenoble, 1783 - París, 1842), fue uno de los escritores franceses más influyentes del siglo XIX. Abandonó su casa natal a los dieciséis años y poco después se alistó en el ejército de Napoleón, con el que recorrió Alemania, Austria y Rusia. Su actividad literaria más influyente comenzó tras la caída del imperio napoleónico: en 1830 publicó Rojo y negro, y en 1839 La Cartuja de Parma. Entre sus obras también destacan sus escritos autobiográficos, Vida de Henry Brulard y Recuerdos de egotismo. Tras ser cónsul en Trieste y Civitavecchia, en 1841 regresó a París, donde murió un año más tarde.

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—¿Por qué no? —contestó el ministro. Rassi estaba fuera <strong>de</strong> sí.<br />

—Pues bien, señor con<strong>de</strong>, me permitiré ser indiscreto a<strong>de</strong>lantándome a adivinar el objeto <strong>de</strong> sus<br />

<strong>de</strong>seos: aspira a la mano <strong>de</strong> la princesa Isota, y es una noble ambición. Una vez emparentado, estará al<br />

abrigo <strong>de</strong> la caída en <strong>de</strong>sgracia, <strong>de</strong>sarmará a nuestro hombre. No he <strong>de</strong> ocultarle que siente repugnancia<br />

por esta boda con la princesa Isota; pero si el señor con<strong>de</strong> confiase sus intereses a una persona hábil y<br />

bien pagada, no habría por qué <strong>de</strong>sesperar <strong>de</strong>l éxito.<br />

—Yo, querido barón, sí <strong>de</strong>sesperaría; <strong>de</strong>sautorizo, <strong>de</strong> antemano, todo lo que pueda <strong>de</strong>cir en mi<br />

nombre, pero el día en que esta alianza ilustre viniera a colmar mis aspiraciones y a darme tan alta<br />

posición en el Estado, le ofrecería trescientos mil francos <strong>de</strong> mi peculio, o bien aconsejaría al príncipe<br />

que le otorgara la prueba <strong>de</strong> favor que usted mismo prefiriese a esta cantidad <strong>de</strong> dinero.<br />

Al lector le resultará larga esta conversación, y eso que le hacemos gracia <strong>de</strong> más <strong>de</strong> la mitad: se<br />

prolongó dos horas más. Rassi salió <strong>de</strong> casa <strong>de</strong>l con<strong>de</strong> loco <strong>de</strong> alegría, y el con<strong>de</strong> se quedó con gran<strong>de</strong>s<br />

esperanzas <strong>de</strong> salvar a Fabricio y más <strong>de</strong>cidido que nunca a presentar la dimisión. Juzgaba necesario que<br />

su crédito fuese renovado con la presencia en el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> gentes como Rassi y el general Conti, y gozaba<br />

con <strong>de</strong>licia <strong>de</strong> una posibilidad que acababa <strong>de</strong> vislumbrar <strong>de</strong> vengarse <strong>de</strong>l príncipe.<br />

«Pue<strong>de</strong> obligar a la duquesa a partir, pero vive Dios que tendrá que renunciar a la esperanza <strong>de</strong> ser<br />

rey constitucional <strong>de</strong> Lombardía.» (Esta quimera era ridícula: el príncipe era muy inteligente, pero a<br />

fuerza <strong>de</strong> pensar en semejante sueño, había llegado a enamorarse locamente <strong>de</strong> él.) El con<strong>de</strong>, exultante <strong>de</strong><br />

alegría, se apresuró a ir a dar cuenta a la duquesa <strong>de</strong> la conversación con el fiscal. Halló la puerta<br />

cerrada para él; el portero casi no se atrevía a transmitirle esta or<strong>de</strong>n, recibida <strong>de</strong> la propia boca <strong>de</strong> la<br />

duquesa. El con<strong>de</strong> tornó muy triste al palacio <strong>de</strong>l ministerio; el dolor que acababa <strong>de</strong> sufrir eclipsaba por<br />

entero la alegría que le diera su conversación con el confi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>l príncipe. Sin ánimo ya para ocuparse<br />

<strong>de</strong> nada, el con<strong>de</strong> se paseaba tristemente por su galería <strong>de</strong> cuadros, cuando, pasado un cuarto <strong>de</strong> hora,<br />

recibió una carta que <strong>de</strong>cía así:<br />

Puesto que es cierto, querido y buen amigo, que ya no somos más que amigos, no hay que<br />

venir a verme más que tres días por semana. Pasados quince días, reduciremos a dos por mes<br />

estas visitas, siempre tan caras a mi corazón. Si quiere darme gusto, dé publicidad a esta<br />

especie <strong>de</strong> ruptura; si quisiera renovar en mí casi todo el amor que en otro tiempo le tuve,<br />

exigiría una nueva amiga. Por lo que a mí toca, tengo gran<strong>de</strong>s proyectos <strong>de</strong> disipación: me<br />

propongo frecuentar mucho el gran mundo, y hasta es posible que encuentre un hombre<br />

inteligente que me haga olvidar mis penas. Con toda seguridad, ocupará siempre, como amigo,<br />

el primer puesto en mi corazón, pero no quiero ya que se diga que mis actos han sido dictados<br />

por su pru<strong>de</strong>ncia; <strong>de</strong>seo ante todo que nadie ignore que he perdido toda influencia sobre sus<br />

<strong>de</strong>terminaciones. En una palabra, querido con<strong>de</strong>, crea que será siempre mi amigo más querido,<br />

pero nunca otra cosa. Le ruego que no conserve ninguna i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> volver a lo pasado; aquello se<br />

acabó <strong>de</strong>finitivamente. Cuente siempre con mi amistad.<br />

Esto fue ya <strong>de</strong>masiado fuerte para el valor <strong>de</strong>l con<strong>de</strong>. Escribió al príncipe una hermosa carta<br />

dimitiendo <strong>de</strong> todos sus cargos y se la mandó a la duquesa con el ruego <strong>de</strong> que la enviara a palacio. Al<br />

poco rato recibió su dimisión rota en cuatro pedazos; en un espacio en blanco <strong>de</strong>l papel, la duquesa había

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!