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STF Abril 18

Revista Oficial de la Diocesis de Parral

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SOBRE TODO LA FE ABRIL 20<strong>18</strong><br />

CONOCIENDO LAS ESCRITURAS<br />

LIBRO DE RUT<br />

Los códices griegos más antiguos y la Vulgata latina<br />

presentan entre el libro de Jueces y los libros de<br />

Samuel un breve libro con la entrañable historia de<br />

Rut. La biblia hebrea lo coloca en la sección de Ketubim<br />

(los Escritos), es decir, en la tercera sección<br />

de la Escritura y los judíos leen este libro en las sinagogas<br />

durante la fiesta de Pentecostés, cuando se da gracias a<br />

Dios con motivo de la cosecha.<br />

El libro de Rut narra la historia de una mujer extranjera<br />

–de cuya descendencia nacería el rey David- que se incorpora al<br />

pueblo de Israel.<br />

En la primera parte del libro (1,1 - 2,17) la atención se<br />

centra en la decisión de Rut de dejar su pueblo y su familia para<br />

irse a Belén de Judá.<br />

Durante un período de gran escasez de alimentos, un<br />

judío de nombre Elimélec se dirigió con su familia a Moab donde<br />

sus hijos se casaron con jóvenes moabitas: Orpá y Rut. En<br />

Moab fallecieron los tres hombres de la familia y Noemí, viuda<br />

de Elimélec, decidió regresar a Belén; su nuera Rut se ofreció<br />

a acompañarla con estas palabras que describen su gran fidelidad:<br />

“Adonde vayas iré y donde pases las noches las pasaré<br />

yo; tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios” (Rt 1,16) y<br />

Noemí la aceptó como su propia hija. Habiendo llegado a Belén,<br />

Rut fue bendecida por Dios por haber puesto su confianza en Él.<br />

La segunda parte del libro nos narra la incorporación<br />

de Rut a la Casa de Israel (2,<strong>18</strong> - 4,22) ésta se verifica por medio<br />

de la geulá o “redención”, una tradición de los israelitas por la<br />

que se tenía la obligación de proteger a los parientes desamparados.<br />

Mientras Rut recogía espigas para comer conoció a<br />

Booz, un familiar rico de Elimélec que, al conocer las virtudes<br />

de la chica se enamoró de ella y decidió ejercer la geulá y casarse<br />

con Rut, con quien engendró a Obed, padre de Jesé y abuelo de<br />

David.<br />

Con esta breve historia, la Sagrada Escritura enseñaba<br />

a los hijos de Israel la dimensión universal de la salvación: también<br />

fuera de Israel había mujeres buenas y fieles a Dios, y el<br />

Señor contaba con ellas para hacer grandes cosas. De esta mujer<br />

moabita descendería David, el gran rey.<br />

Su principal enseñanza, pues, se halla en el hecho de<br />

que la fidelidad a la propia identidad (religiosa y cultural) no<br />

está peleada con la apertura a los otros pueblos. Antes bien, la<br />

historia de Rut deja ver que la salvación está destinada a todos<br />

los pueblos y a todas las razas. Este alcance universal de la salvación<br />

había sido anunciado ya a Abraham “en tu descendencia<br />

serán bendecidos todos los pueblos de la tierra” (Gn 12,3; 22,<strong>18</strong>).<br />

Dios no rechazó a la mujer extranjera, más bien contó<br />

con su fidelidad para que perteneciera a la línea genealógica del<br />

Mesías, como lo podremos encontrar al leer la genealogía de Jesús<br />

en el evangelio según san Mateo. Rut fue una gran protagonista<br />

de la historia de la salvación; en ella, la tradición cristiana<br />

ha visto reflejados a los hombres y mujeres de los pueblos más<br />

diversos que al encontrarse con Jesús se han incorporado a su<br />

Iglesia y encuentran en ella su verdadero hogar.<br />

Otra importante enseñanza de este libro es el cuidado<br />

paternal de Dios por todos los hombres; en este libro no se narran<br />

espectaculares intervenciones divinas, pero se puede leer<br />

cómo el Señor está detrás de la normalidad de los acontecimientos,<br />

ejerciendo su providencia. Es un testimonio de cómo las cosas<br />

no son meras casualidades, sino que los acontecimientos de<br />

la vida ordinaria están delicadamente guiados por la paternal<br />

providencia divina.<br />

El Señor no necesita manifestaciones estruendosas para<br />

mostrar su amor; nos acompaña y nos bendice en la normalidad<br />

de nuestra vida diaria. Démosle por ello gracias y esforcémonos<br />

por descubrirlo a nuestro lado cada día.<br />

Pbro. Lic. Edmundo De La Vega<br />

LIC. TEOLOGÍA BÍBLICA Y VICARIO PARROQUIAL EN SAN JOSÉ<br />

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