Valores+_24
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20 Valores<br />
“ABACO grega una cuenta cultural a tu vida”<br />
al salir del colegio y los mejores<br />
atardeceres, no he visto mejores<br />
postales que las que me dio mi<br />
niñez.<br />
Al terminar la preparatoria, fui a<br />
buscar el sueño capitalino y me<br />
fui al vivir al Distrito Federal, mis<br />
calificaciones me permitieron estudiar<br />
en la Universidad Nacional<br />
Autónoma de México una ingeniería<br />
en “nuevas energías y recursos<br />
renovables” y a finales del<br />
68 ya no quería saber nada de la<br />
escuela.<br />
En 2069 estalló todo. Se hicieron<br />
públicos unos documentos donde<br />
la Secretaría de Salud, trabajando<br />
con el Instituto Mexicano del Seguro<br />
Social, afirmaban que durante<br />
años había matado a millones<br />
de personas con medicamentos<br />
recetados con el fin de mantener<br />
el control de la población en zonas<br />
marginales. Para entonces<br />
los países del nuevo mundo se<br />
declaraban a favor de estas iniciativas,<br />
siendo ellos los pioneros<br />
en el control de mazas mediante<br />
el “nuevo orden mundial”<br />
Pronto se empezó una cacería<br />
de personas, empezando por los<br />
indigentes, hasta las personas<br />
de clase media, la “elite” mundial<br />
empezó a reducir drásticamente<br />
la población, y nosotros, nos empezamos<br />
a organizar, éramos la<br />
resistencia, y si, la mayoría de los<br />
que conformamos el bloque nos<br />
quedamos sin familias. Después<br />
del 69 jamás pude comunicarme<br />
con mis padres; espero que aún<br />
estén con vida. No como los padres<br />
de Mateo.<br />
Mateo es refugiado centroamericano,<br />
él y sus padres son de<br />
Guatemala y vinieron a México<br />
escapando del “nuevo orden”<br />
Una noche los encontré, me contaron<br />
poco, él tenía un hermano<br />
que se llevaron en su país, me<br />
contaron mientras escapábamos<br />
de un recolector que disparaba<br />
desde lejos, sus padres fueron<br />
alcanzados por las balas y nada<br />
pudimos hacer más que seguir<br />
corriendo, el recolector se llevó<br />
sus cuerpos, por eso le decimos<br />
recolector, ya no podemos ni siquiera<br />
llorar a nuestros muertos.<br />
Seguimos corriendo por unos minutos<br />
hasta darnos cuenta que el<br />
recolector dejó de seguirnos, los<br />
padres de Mateo nos salvaron<br />
aquella noche. Después del incidente,<br />
Mateo y yo nos volvimos<br />
compañeros inseparables, casi<br />
no hablamos, pero sabemos el<br />
dolor que cargamos cada uno y<br />
eso nos mantiene unidos.<br />
Tardamos poco más de una hora<br />
en llegar al bloque donde se encontraban<br />
los demás, nos refugiamos<br />
en un hotel muy viejo en<br />
la colonia Doctores en el Distrito<br />
Federal, ahí los recolectores nunca<br />
entraron.<br />
Han pasado ya 6 años desde<br />
que empezó todo, yo aún tengo<br />
la esperanza de encontrar a mis<br />
padres con vida, o por lo menos<br />
sus cuerpos.<br />
Ahora estamos en una playa al<br />
sur de Chile, encontramos unos<br />
barcos abandonados con cientos,<br />
quizás miles de cuerpos en<br />
estado de putrefacción, estamos<br />
en busca de algún sobreviviente,<br />
pero los barcos al perecer tienen<br />
más de 6 meses allí.<br />
La resistencia ha crecido bastante,<br />
ahora somos varios grupos<br />
con más de 300 sobrevivientes,<br />
hemos desarrollado nuestras herramientas<br />
de comunicación para<br />
evitar ser rastreados por el “nuevo<br />
orden” y seguimos avanzando<br />
a los países de “primer mundo”<br />
pronto terminaremos con todo<br />
esto.