Pisada de Bruja No. 3. Imbolc 2018

21.01.2018 Views

Este texto relata la cristianización por parte de Santiago Apóstol de una diosa romana, que hoy es conocida como la Virgen de los Ojos Grandes. Si bien es cierto que ninguna epigrafía nos habla del culto a Isis en esta ciudad, el texto de Juan Pallares Galloso y el descubrimiento de la piscina ritual nos permite constatar casi al 100% que dicha escultura era en su origen una representación de Isis amamantando a Horus. Otro caso similar lo encontramos con la patrona de Zaragoza, Nuestra Señora del Pilar. Antes de nada recordemos que “La Señora del Pilar” es uno de los epítetos de la diosa Isis-Hator. Esta estatuilla, de pequeñas dimensiones y de antigüedad desconocida, posee varios símbolos de procedencia Isiaca. Por un lado sostiene al niño en brazos, está coronada por el disco solar y su manto aparece cubierto de estrellas, de la misma manera que, según relata Apuleyo en “La metamorfosis”, se le presenta vestida la diosa Isis. Hay que decir que estos símbolos no demuestran que la Virgen fuera en su origen una representación de la diosa, ya que es por todos sabidos que la Virgen Maria adquirió la gran mayoría de los símbolos isiacos. Primeramente ella tenía los cabellos muy largos, derramados por el divinocuello y que le cubrían las espaldas; tenía en su cabeza una corona adorna da de diversas flores, en medio de la cual estaba una redondez llana a manera de espejo, que resplandecía la lumbre de él para demostración de la Luna de la una parte, y de la otra había muchos surcos de arados torcidos como culebras y con muchas espigas de trigo por allí nacida s; traía una vestidura de lino, tejida de muy muchos colores: ahora era blanca y muy luciente, ahora amarilla como flor de azafrán, ahora inflamada con un color rosado, que, aunque es taba yo lejos, me quitaba la vista de

los ojos; traía encima otra ropa negra, que resplandecía la obscuridad de ella, la cual traía cubierta y echada por debajo del brazo diestro, al hombro izquierdo, como un escudo pendiendo con muchos pliegues y dobleces. Era esta ropa bordada alrededor con sus trenzas de oro, y sembrada toda de unas estrellas muy resplandecientes, en medio de las cuales la Luna de quince días lanzaba de sí rayos inflamados; y como quiera que esta ropa la cercaba pendiendo de toda parte y tenía la corona ligada con ella, adornada de muchas flores, manzanas y otras frutas, pero en la mano tenía otra cosa muy diversa de lo que habemos dicho… Fragmento de El Asno de Oro, Apuleyo. En la ciudad de Tarifa, provincia de Cádiz, el 15 de julio la Virgen del Carmen es sacada en procesión por el mar sobre una pequeña barca, lo que nos recuerda enormemente al ritual romano Navigium Isidis, y más teniendo en cuenta la importancia que tuvo el culto a Isis en esta zona costera y en esa región (ya que uno de los templos más importantes en la península dedicado a la diosa estaba en Cadiz precisamente). Además este tipo de procesiones marianas se da en varios pueblos costeros españoles. Podríamos hablar a su vez de la cantidad de Vírgenes Negras repartidas a lo largo del territorio peninsular, muchas encontradas escondidas en los lugares donde posteriormente se eregiría su templo por “mandato divino”. Es más que probable que dichas vírgenes sean representaciones de la diosa, asociando su color negro al poder fertilizador del limo egipcio, que fueron escondidas por los campesinos paganos en los lugares más recónditos ante el temor de las represalias por parte del naciente, y cada vez más poderoso, cristianismo.

Este texto relata la cristianización por parte <strong>de</strong><br />

Santiago Apóstol <strong>de</strong> una diosa romana, que hoy es<br />

conocida como la Virgen <strong>de</strong> los Ojos Gran<strong>de</strong>s.<br />

Si bien es cierto que ninguna epigrafía nos habla <strong>de</strong>l<br />

culto a Isis en esta ciudad, el texto <strong>de</strong> Juan Pallares<br />

Galloso y el <strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong> la piscina ritual nos<br />

permite constatar casi al 100% que dicha escultura era<br />

en su origen una representación <strong>de</strong> Isis amamantando<br />

a Horus.<br />

Otro caso similar lo encontramos con la patrona <strong>de</strong> Zaragoza, Nuestra<br />

Señora <strong>de</strong>l Pilar. Antes <strong>de</strong> nada recor<strong>de</strong>mos que “La Señora <strong>de</strong>l Pilar”<br />

es uno <strong>de</strong> los epítetos <strong>de</strong> la diosa Isis-Hator. Esta estatuilla, <strong>de</strong> pequeñas<br />

dimensiones y <strong>de</strong> antigüedad <strong>de</strong>sconocida, posee varios símbolos <strong>de</strong><br />

proce<strong>de</strong>ncia Isiaca. Por un lado sostiene al niño en brazos, está coronada<br />

por el disco solar y su manto aparece cubierto <strong>de</strong> estrellas, <strong>de</strong> la misma<br />

manera que, según relata Apuleyo en “La metamorfosis”, se le presenta<br />

vestida la diosa Isis. Hay que <strong>de</strong>cir que estos símbolos no <strong>de</strong>muestran que<br />

la Virgen fuera en su origen una representación <strong>de</strong> la diosa, ya que es por<br />

todos sabidos que la Virgen Maria adquirió la gran mayoría <strong>de</strong> los símbolos<br />

isiacos.<br />

Primeramente ella tenía los cabellos muy largos, <strong>de</strong>rramados por<br />

el divinocuello y que le cubrían las espaldas; tenía en su cabeza una corona<br />

adorna da <strong>de</strong> diversas flores, en medio <strong>de</strong> la cual estaba una redon<strong>de</strong>z llana<br />

a manera <strong>de</strong> espejo, que resplan<strong>de</strong>cía la lumbre <strong>de</strong> él para <strong>de</strong>mostración <strong>de</strong><br />

la Luna <strong>de</strong> la una parte, y <strong>de</strong> la otra había muchos surcos <strong>de</strong> arados<br />

torcidos como culebras y con muchas espigas <strong>de</strong> trigo por allí nacida s;<br />

traía una vestidura <strong>de</strong> lino, tejida <strong>de</strong> muy muchos colores: ahora era blanca<br />

y muy luciente, ahora amarilla como flor <strong>de</strong> azafrán, ahora inflamada con<br />

un color rosado, que, aunque es taba yo lejos, me quitaba la vista <strong>de</strong>

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