Encarnaciones
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Grados de Afinidad<br />
Cada encarnación está dividida en tres grados de afinidad diferente. Cuanto mayor sea el<br />
poder del invocador o más cosas en común tengan entre ambos, podrán crear un vínculo más<br />
fuerte y mayores capacidades podrá obtener el personaje de la encarnación. Una afinidad<br />
menor representa que existe cierta sincronización entre el invocador y la entidad, pero los<br />
poderes que esta última transfiere a su huésped mortal son únicamente un minúsculo<br />
fragmento de los que en realidad posee. Cuando la afinidad entre ambos crece pueden llegar a<br />
una afinidad intermedia, lo que significa que los poderes transferidos aumentan<br />
considerablemente. Sin embargo, únicamente aquellos que obtengan una sincronización real<br />
son capaces de obtener la plenitud de las capacidades de la encarnación ya que, tal y como<br />
sugiere su nombre, se han convertido “realmente” en ellas.<br />
Requisito de Nivel<br />
Cada grado de afinidad tiene un requisito de nivel mínimo, puesto que ha de existir cierta<br />
similitud entre la presencia espiritual del personaje con el de la encarnación. Por tanto, hasta<br />
que el invocador no haya logrado alcanzar ese Nivel, no puede tratar de invocar a una<br />
determinada encarnación, sin importar en absoluto que su habilidad de llamada se lo permita.<br />
Modificadores de Invocación<br />
Todas las encarnaciones tienen unos modificadores especiales a su dificultad dependiendo de<br />
lo afines que sean con cada invocador. Naturalmente, cuantos más rasgos tengan en común,<br />
más fácil le resultará a un personaje entrar en sincronización con una entidad en concreto.<br />
Del mismo modo, existen objetos que pertenecieron en vida a los individuos que<br />
dieron concepto a las encarnaciones. A estos artefactos se les llama “llaves”, y también<br />
conceden un bonificador al invocador en caso de que los posea.<br />
Los Poderes de una Encarnación<br />
Una encarnación otorga poderes y capacidades especiales al personaje, tal y como se explica<br />
en sus respectivas descripciones. El invocador sigue manteniendo sus propias características,<br />
habilidades y poderes, pero puede sustituir cualquiera de ellos por los de la encarnación si los<br />
de ésta última son superiores a los suyos. Por ejemplo, el personaje podría elegir usar la<br />
habilidad de ataque y defensa de la encarnación en lugar de los propios, pero conservando su<br />
habilidad de convocatoria.<br />
Muchas de las encarnaciones suelen crear armas, representaciones sobrenaturales<br />
hechas de materia espiritual de las que tenían en vida. En estos casos, el daño que indican las<br />
descripciones de dichos artefactos siempre es el Daño base final de las mismas, que incluye<br />
tanto su bono de calidad, los posibles bonificadores por Fuerza del personaje, así como otros<br />
poderes especiales que la encarnación pudiera tener.<br />
Los poderes de las encarnaciones se incrementan dependiendo el grado de afinidad<br />
alcanzado. No obstante, los grados superiores mantienen todos los poderes de las afinidades<br />
inferiores, incluso si no aparecen repetidos en su descripción. Por cada dos puntos que se<br />
supere la dificultad requerida, incrementa en +1 sus aptitudes básicas.<br />
La única limitación es que no es posible combinar el poder natural de combate de una<br />
encarnación con una Técnica de Esencia que incremente o modifique la aptitud de algún<br />
modo.<br />
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