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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 - Elena G. de White

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<strong>de</strong> que sus hijos sean moralmente tan débiles!<br />

Los padres no han dado <strong>la</strong> correcta educación a<br />

sus hijos. Frecuentemente manifiestan <strong>la</strong>s mismas<br />

imperfecciones que se ven en sus hijos. Comen <strong>de</strong><br />

un modo incorrecto, y esto requiere que su energía<br />

nerviosa se concentre en el estómago, y no les<br />

queda vitalidad <strong>para</strong> aplicar<strong>la</strong> en otras direcciones.<br />

No pue<strong>de</strong>n contro<strong>la</strong>r a sus hijos correctamente por<br />

causa <strong>de</strong> su propia impaciencia; tampoco pue<strong>de</strong>n<br />

enseñarles el camino correcto. Quizás los tratan<br />

rudamente e, impacientes, los golpean. He dicho<br />

que al golpear a un niño, mientras permitimos que<br />

entren dos malos espíritus, sacamos sólo uno.<br />

Castigar físicamente a un niño que se comporta<br />

mal sólo empeora <strong>la</strong>s cosas. No lo inducirá a<br />

someterse. Cuando el organismo no está en<br />

perfectas condiciones, cuando <strong>la</strong> circu<strong>la</strong>ción está<br />

alterada, y el sistema nervioso no pue<strong>de</strong> hacer otra<br />

cosa que ocuparse <strong>de</strong> una comida <strong>de</strong> ma<strong>la</strong> calidad o<br />

aun <strong>de</strong> <strong>de</strong>masiada cantidad <strong>de</strong> lo que es bueno, los<br />

padres no tienen dominio propio. No pue<strong>de</strong>n darse<br />

cuenta <strong>de</strong> <strong>la</strong> consecuencia <strong>de</strong> sus acciones. Aquí<br />

está <strong>la</strong> razón por <strong>la</strong> cual en su re<strong>la</strong>ción con sus<br />

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