Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 - Elena G. de White

Hno. G, que la actitud exigente, mezquina y egoísta
de su esposa influya sobre sus actos. Ambos han
participado del mismo espíritu, y ambos le han
robado a Dios. El pretexto de la pobreza ha brotado
de los labios de ustedes; el Cielo sabe que eso es
falso; pero sus palabras se convertirán en realidad,
y serán ciertamente pobres, si continúan
albergando el amor al mundo que han manifestado
hasta ahora. “¿Robará el hombre a Dios? Pues
vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te
hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas.
Malditos sois con maldición”. (Malaquías 3:8, 9)
Eviten esta maldición tan rápidamente como sea
posible. S
Hno. G, como mayordomo de Dios fije su
mirada en él. A él le va a tener que rendir cuenta de
su mayordomía, no a su esposa. Son los bienes de
Dios los que está manejando. Se los ha prestado
sólo por un poco de tiempo para probarlo, para ver
si serán “ricos en buenas obras, dadivosos,
generosos; atesorando para sí buen fundamento
para lo por venir, que echen mano de la vida
eterna”. (1 Timoteo 6:18, 19) Dios va a reclamar lo
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