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LENGUAJE Y
COMUNICACIÓN
La función esencial del faraón en el mundo era garantizar el mantenimiento del orden cósmico, llamado
también moat. A lo largo de la historia dinástica la imagen de los faraones egipcios que son como victoriosos
guerreros se repite una y otra vez; pues el rey de Egipto poseía una esencia divina, era un Dios encarnado,
se situaba como mediador entre la esfera divina y humana.
La forma de gobierno era teocrática, o sea como gobierno de Dios, por lo tanto el mismo faraón gobernaba
hasta su muerte, su poder era vitalicio y hereditario.
Este grupo social estaba compuesto por
ricos terratenientes, *visires, ministros y
sacerdotes; era una clase privilegiada pues
sabía leer y escribir y casi siempre estaban
al servicio del estado o de los templos. La
vida de estos privilegiados era muy
agradable porque poseían casas grandes
de ladrillos pintados; porque tenían todo
tipo de sirvientes, un jardín perfumado,
víveres bien protegidos en el granero, un
elegante carruaje o un barco.
Para distraerse, a los egipcios de alto rango
les gusta cazar a orillas del río Nilo.
Parados sobre una barquilla de papiro
trenzado, atrapan pájaros salvajes con un
boomerang, arponean peces y cazan
hipopótamos.
El escriba era el depositario de la memoria egipcia, su
poder era grande, pues pocos egipcios sabían leer y
escribir, siempre se recurría a él para redactar correos,
contabilizaba las cosechas de los campesinos, vigilaba la
recaudación de impuestos y asentaba las actas de
justicia, quien conocía los secretos de la escritura estaba
muy bien valorado en la sociedad egipcia, pues formaba
parte de la administración.
Para llegar a ser escriba era preciso acceder a la escuela
del Templo de la Vida, donde los enseñaban la lectura y
escritura, durante más de diez años, la disciplina era dura
y el aprendizaje difícil, a los más capaces se les enseñaba
la escritura noble: los jeroglíficos, el resto aprendía la
escritura *hierática, que era el más simple para la vida
diaria.
Egipto fue una de las primeras civilizaciones en inventar
un sistema de escritura, los ya mencionados jeroglíficos,
mismos que estaban reservados para las inscripciones
importantes sobre las tumbas, templos y documentos
oficiales.
Estas “palabras divinas” eran sagradas, los egipcios no
las modificaron durante casi 3000 años. Mientras que
nuestro abecedario cuenta con 27 letras, un escriba
utilizaba en promedio 700 signos diferentes, cada símbolo
dibujado representaba una persona, un objeto o un
sonido.
Estos misteriosos jeroglíficos se trazaban con el cálamo,
que era un trozo de caña con punta biselada y una paleta
con color negro y rojo; el soporte para los documentos era
el papiro cuyo suministro se controlaba por el faraón.