Revista Papel Blanco - Páginas para la paz - Tercera Edición 2017

“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en
dignidad”, reza el preámbulo de la Declaración de
los Derechos Humanos, que surgió como el gran
aprendizaje de los horrores de las guerras mundiales
del siglo anterior. Las redes humanas se empiezan a
reconstruir cuando nos miramos de nuevo y, como
en las gotas de rocío, vemos al otro en nosotros
mismos y comprendemos que la dignidad de uno es
la dignidad de todos.
Se requiere valentía para tender hacia el otro un
hilo que nos permitan acercarnos, escucharnos y
comprendernos; para superar esa reacción básica
que nos atrinchera en nuestros miedos y salir al
encuentro del otro, haciéndonos conscientes de
las fibras vitales que nos unen a un mismo destino
como miembros de la especie humana. Vencer el
vértigo de lanzarnos al vacío de la incertidumbre,
pendiendo del hilo de la esperanza, para tejer una
realidad nueva.
Desarmar nuestro corazón sanando nuestros odios,
desmovilizarnos de las filas de quienes se creen los
buenos y los dueños de la verdad, firmar nuestro
propio acuerdo de paz, reafirmando el valor inviolable
de la vida y el compromiso solidario con las víctimas
y los excluidos; disponiéndonos al reconocimiento
de la verdad de los hechos que han golpeado
nuestra dignidad para que jamás vuelvan a ocurrir.
Abriéndonos al perdón, tejiendo la reconciliación.
El Hombre Araña, un héroe de película, nos hace una
invitación para que desde lo más sencillo, seamos
héroes cotidianos: “si puedes hacer algo bueno por
los demás, tienes la obligación moral de hacerlo”, y
es que en cada colombiana y en cada colombiano
hay heridas, dolores del pasado y temores por lo
que sucederá, pero tanto si pensamos en nosotros
mismos, en los que vendrán o incluso, en aquellos
a quienes la violencia nos arrebató, nuestro desafío
está en creer y crear, ejerciendo la capacidad
individual y colectiva de construir una nueva historia.