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Excodra XXXVII: La violencia

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plan la lluvia, sin embargo no nos hemos alejado tanto de lo que<br />

Nietzsche aprecia en “El nacimiento de la tragedia”: la necesidad de lo<br />

horrible de los helenos. Somos una sociedad que consume <strong>violencia</strong> y el<br />

corazón dramático de nuestra ficción se nutre del conflicto y su constante<br />

renovación y reformulación. No en vano una de las series con mayores<br />

audiencias mundiales en los últimos años es Juego de tronos, cuyo<br />

índice de <strong>violencia</strong> es elevadísimo; alcanza todos los aspectos de la<br />

puesta en escena, incluidos sus profundos y a menudo aniquiladores<br />

diálogos. Aunque como señaló Amnistía Internacional en un artículo<br />

que cayó en mi mirada internáutica hace unos meses, un índice de <strong>violencia</strong><br />

inferior al del mundo real, por desgracia.<br />

Son las piezas teatrales o las series de televisión, incluso la tele­realidad,<br />

mecanismos de relojería dramática que combinan espectacularmente<br />

elementos de diferentes grados de <strong>violencia</strong> que nos mantienen<br />

en vilo durante el tiempo que duran y luego, también de una forma<br />

abrupta, nos expulsan de su universo, al otro lado, al mundo de nuestra<br />

casa, de nuestra familia, de nuestra calle, de nuestro pueblo, de nuestra<br />

ciudad. Ciudades como laboratorios en los que se desarrollan las formas<br />

y los medios para la convivencia humana pacífica y para el diálogo y el<br />

entendimiento transculturales, afirma Bauman.<br />

Quisiera apuntalar este escrito con la fe y mi esperanza puestas en<br />

la herencia femenina universal para las sociedades actuales, o tal vez<br />

debo decir para las sociedades futuras pues como apunta la filósofa<br />

Amelia Valcárcel, la realidad es que nacer mujer en algunas zonas de la<br />

tierra es nacer con una condena, y hasta que eso no se solucione nuestro<br />

género está condenado a un dolor ancestral incesante, pues la <strong>violencia</strong><br />

que se ejerce en una mujer nos puede a todas. Pero no por ello debe dejarse<br />

de reclamar esta herencia que urge trasladar a la forma de relacionarse<br />

en todos los ámbitos de poder y en los vínculos que establecemos<br />

en nuestro día a día con nuestros congéneres. Como apunta la filósofa<br />

Victòria Camps, la mujer actual es el resultado de generaciones de recolectoras<br />

y cuidadoras, por lo que nuestra relación con la <strong>violencia</strong> es, a<br />

pesar de la influencia de una historia marcadamente antropocéntrica,<br />

completamente distinta a la del hombre que procede de una tradición<br />

<strong>La</strong> <strong>violencia</strong> 33 <strong>Excodra</strong> <strong>XXXVII</strong>

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