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Excodra XXXVII: La violencia

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tir de entonces serían nuestras. (…) Y entonces, no hace muchas generaciones,<br />

llegó un momento en que nuestros antepasados declararon finalmente:<br />

'El tiempo del reparto de las tierras se ha acabado. Ya tenemos<br />

todo lo que nos hace falta... nuestra posición bien defendida desde todos<br />

los flancos. Ahora, por fin, la situación se puede congelar, tal como está.<br />

<strong>La</strong> <strong>violencia</strong> puede pararse. De ahora en adelante, basta de robar, basta<br />

de matar. De ahora en adelante, un silencio eterno, la ley y el orden son<br />

la norma. En el monólogo de <strong>La</strong> fiebre, su autor y actor, Wallace Shawn<br />

se pone en el punto de mira entonando una especie de mea culpa ancestral<br />

donde una verdad bien articulada por el discurso de su historia<br />

emerge incuestionable del personaje protagonista. Un protagonista<br />

cuya desesperación dramatizada no deja de conducir a uno de los reclamos<br />

que tiene la <strong>violencia</strong>: la impotencia. El momento actual, en el que<br />

ya no hay reparto de tierras no deja de aplicar diferentes grados de <strong>violencia</strong><br />

en el ejercicio del control del status quo.<br />

En la aldea global de la información, la <strong>violencia</strong> del lenguaje está a<br />

la orden del día. <strong>La</strong> manera en cómo cualquier canal, ya sea individual<br />

o masivo, lanza al espacio exterior una concatenación de sentidos que<br />

contrasta con otros canales, individuos o comunidades acostumbrados<br />

a visiones ideológicas, sociales, morales o incluso espirituales diferentes,<br />

trasmite confrontación. El lenguaje en su formulación eleva la forma<br />

a discurso y resulta difícil no sólo gestionar su emisión sino calcular<br />

las repercusiones de su recepción y los efectos que la misma puede tener<br />

en aquel individuo o en aquella comunidad que es el elemento receptor.<br />

Se supone que mediante el lenguaje, en lugar de ejercer una <strong>violencia</strong><br />

directa contra los otros, tenemos que debatir, intercambiar palabras,<br />

hasta si son agresivas, ya que esto supone un mínimo de reconocimiento<br />

de la otra parte que discute. El recurso al lenguaje y la renuncia a<br />

la <strong>violencia</strong> a menudo se interpretan como dos aspectos de un mismo gesto:<br />

'Hablar es fundamental y es la estructura de la socialización, y se caracteriza<br />

por la renuncia de la <strong>violencia</strong>', como dice un texto de Jean­Marie<br />

Muller escrito para la UNESCO. […] Cuando el lenguaje queda infectado<br />

de <strong>violencia</strong>, es por la influencia de circunstancias 'patológicas' contingentes<br />

que distorsionan la lógica inherente a la comunicación simbóli­<br />

<strong>La</strong> <strong>violencia</strong> 31 <strong>Excodra</strong> <strong>XXXVII</strong>

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