Excodra XXXVII: La violencia

simple, y por esta misma razón, el más difícil acto de transponer esta multitud
compleja de puntos de vista, donde por cada razón a favor hay dos
en contra, y al revés, en un simple Sí o No. Atacamos o continuamos esperando.
Justamente John F. Kennedy dio una descripción concisa de esta situación:
'La esencia de una decisión última permanece impenetrable en el
observador –a menudo, de hecho, el mismo que toma la decisión–'. Este
gesto decisivo que nunca se puede fundamentar totalmente en razones es
el de un 'Amo'. ¿Nos libera de la decisión última del Amo el hecho de
que las sociedades del Primer Mundo hayamos recorrido un avanzado
camino en el reconocimiento de la alteridad? El ejercicio del poder
comporta siempre violencia. El recurso instintivo para sobrevivir ante
un Amo que ostenta el poder, como en alguna conversación informal he
mantenido con mi maestra Cristina Peri Rossi, es el de la manipulación,
un concepto que es necesario ampliar, no sólo centrarlo en la perversión
maléfica. La asimetría que a menudo se da en las relaciones entre
dos sujetos (individuales o colectivos) siempre puede provocar la aparición
de un significante­Amo, al final alguien se hace cargo de la dificultad
del simple Sí o No.
En medio del mundo convulso que habitamos, parece bastante ingenuo
creer que la lógica del poder ha cambiado, quizás se juega en otros
territorios donde se experimentan nuevos campos de batalla, nuevas representaciones
del Amo, nuevas representaciones del Súbdito, pero
tampoco nos hemos distanciado tanto del siglo XX. O dicho desde otro
prisma, el viejo antagonismo clasista entre los ricos y los pobres, cuando
el concepto pobre se convierte en un universo en el que millones de
personas pueden verse reflejadas cual peones de limitado movimiento y
recursos, pues el libre albedrío parece a veces una ilusión, todavía funciona
como eje vertebrador en la historia de la violencia humana actual.
Y no fue por azar, ni por cosas del destino. Los campos fueron arrasados
y después reunificados, uno por uno, por ladrones, por asesinos. Durante
años, durante siglos, noche tras noche, los cuchillos brillantes, los
cuellos degollados, una vez y otra, hasta aquella preciosa mañana de Navidad
en que nos despertamos y nuestros padres, orgullosos, nos enseñaron
las tierras magníficas, formidables, empapadas de sangre, que a par­
Excodra XXXVII 30 La violencia