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micrófonos. Lejos de restar un valor ético a sus actos por el mero hecho<br />
de haberlos publicitado, hay que entender en toda su extensión el acto<br />
de suprema <strong>violencia</strong> que propuso con un sólo gesto de solidaridad y<br />
respeto.<br />
Nuestra conclusión es que la <strong>violencia</strong> se sustenta también por su<br />
propia invisibilidad; la máxima <strong>violencia</strong> es la que consigue trastocar el<br />
marco de relaciones para supeditarlo a sus intereses. El gesto de<br />
Gandhi tiene el mérito de haber situado la no<strong>violencia</strong> en el corazón<br />
de las relaciones políticas, alterando el marco simbólico para reformular<br />
las reglas del juego. Sin embargo, no hemos de perseguir con nuestro<br />
ejemplo algún tipo de lectura moral; no hay nada inmanentemente<br />
positivo en la invisibilización de la <strong>violencia</strong>. Ésta no constituye una<br />
conquista o una suerte de venganza contra las modalidades abruptas y<br />
visibles de la <strong>violencia</strong> estándar. Pensemos en el caso de las derivas<br />
neoliberales que sirven para camuflar bajo diferentes dispositivos la lucha<br />
de clases con el fin de sofocar las revueltas de los más desfavorecidos.<br />
El neoliberalismo propone un orden social meritocrático en el que<br />
cada individuo debe asumir y responsabilizarse de sus logros, pero también<br />
de sus derrotas, lo que sirve para inculcarle un sentimiento de culpa<br />
cuando no logra cumplir sus expectativas laborales. Sin embargo,<br />
vemos cómo los niños de colegios privados acceden con mayor facilidad<br />
a puestos de prestigio en su edad adulta, así como los universitarios<br />
con recursos económicos pueden cursar mejores carreras y pagar ostentosos<br />
másteres, mientras que aquéllos que empezaron desde más abajo<br />
acabarán conformándose con puestos laborales de escaso prestigio y sin<br />
demasiadas expectativas de ascenso social. <strong>La</strong> cuestión es: ¿acaso no es<br />
esto una forma de <strong>violencia</strong>? Mientras los discursos ideológicos camuflan<br />
la brecha social bajo la máscara del individualismo meritocrático,<br />
la maquinaria del sistema sigue su curso de forma impasible. Naturalizar<br />
las condiciones de opresión y la fractura social constituye una forma<br />
de <strong>violencia</strong> mucho más peligrosa que otras vistosas explosiones de<br />
rebeldía antisistema o control policial.<br />
JFG<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXXVII</strong> 14 <strong>La</strong> <strong>violencia</strong>