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Excodra XXXVII: La violencia

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micrófonos. Lejos de restar un valor ético a sus actos por el mero hecho<br />

de haberlos publicitado, hay que entender en toda su extensión el acto<br />

de suprema <strong>violencia</strong> que propuso con un sólo gesto de solidaridad y<br />

respeto.<br />

Nuestra conclusión es que la <strong>violencia</strong> se sustenta también por su<br />

propia invisibilidad; la máxima <strong>violencia</strong> es la que consigue trastocar el<br />

marco de relaciones para supeditarlo a sus intereses. El gesto de<br />

Gandhi tiene el mérito de haber situado la no­<strong>violencia</strong> en el corazón<br />

de las relaciones políticas, alterando el marco simbólico para reformular<br />

las reglas del juego. Sin embargo, no hemos de perseguir con nuestro<br />

ejemplo algún tipo de lectura moral; no hay nada inmanentemente<br />

positivo en la invisibilización de la <strong>violencia</strong>. Ésta no constituye una<br />

conquista o una suerte de venganza contra las modalidades abruptas y<br />

visibles de la <strong>violencia</strong> estándar. Pensemos en el caso de las derivas<br />

neoliberales que sirven para camuflar bajo diferentes dispositivos la lucha<br />

de clases con el fin de sofocar las revueltas de los más desfavorecidos.<br />

El neoliberalismo propone un orden social meritocrático en el que<br />

cada individuo debe asumir y responsabilizarse de sus logros, pero también<br />

de sus derrotas, lo que sirve para inculcarle un sentimiento de culpa<br />

cuando no logra cumplir sus expectativas laborales. Sin embargo,<br />

vemos cómo los niños de colegios privados acceden con mayor facilidad<br />

a puestos de prestigio en su edad adulta, así como los universitarios<br />

con recursos económicos pueden cursar mejores carreras y pagar ostentosos<br />

másteres, mientras que aquéllos que empezaron desde más abajo<br />

acabarán conformándose con puestos laborales de escaso prestigio y sin<br />

demasiadas expectativas de ascenso social. <strong>La</strong> cuestión es: ¿acaso no es<br />

esto una forma de <strong>violencia</strong>? Mientras los discursos ideológicos camuflan<br />

la brecha social bajo la máscara del individualismo meritocrático,<br />

la maquinaria del sistema sigue su curso de forma impasible. Naturalizar<br />

las condiciones de opresión y la fractura social constituye una forma<br />

de <strong>violencia</strong> mucho más peligrosa que otras vistosas explosiones de<br />

rebeldía antisistema o control policial.<br />

JFG<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXXVII</strong> 14 <strong>La</strong> <strong>violencia</strong>

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