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fuerzan por mantener el status quo, frente a un verdadero acto de disidencia<br />
que tenga por objeto reconfigurar el mapa político preexistente<br />
para salir del marco de criminalidad en el que estaba inserto. El autor<br />
esloveno sentencia que la resistencia hacia el acto político queda absolutamente<br />
en evidencia a través de las fantasías ficcionales sobre catástrofes,<br />
con películas sobre apocalipsis zombi, meteoritos o inundaciones<br />
(a un cierto nivel, la catástrofe constituye el «negativo del acto», como<br />
asegura Žižek). Nuestro horizonte político actual establece diferentes<br />
mecanismos de contención que impiden o imposibilitan el surgimiento<br />
de un acto auténtico, de ahí que el único acto que podemos imaginar<br />
tenga la apariencia de una perturbación catastrófica, una explosión<br />
traumática, señala el autor. Su propuesta es, sin embargo, mucho más<br />
drástica. En una de sus conocidas exageraciones, el filósofo esloveno<br />
compara la figura de Hitler con la de Gandhi. Según su opinión, Hitler<br />
se limitó a reaccionar contra el orden de cosas dadas; su programa de<br />
aniquilación y expansión territorial se sostenía bajo la premisa de enfrentarse<br />
al orden político mundial tras las consecuencias de la primera<br />
Gran Guerra. Sin embargo, todos sus gestos respondían a un intento<br />
neurótico por ocultar la Cosa misma, el verdadero conflicto de la inmersión<br />
inminente de Europa en el capitalismo, bajo la agitación política<br />
y los sucesivos enfrentamientos y masacres. <strong>La</strong> verdadera acción violenta<br />
fue la que llevó a cabo Gandhi: su lucha pacífica contra el modelo<br />
de poder que se había instaurado con el dominio del Imperio Británico<br />
en sus fronteras había llevado a la ruina y a la desesperación a millones<br />
de personas hacinadas en el país.<br />
Su propuesta bartlebiana casi puede resumirse en el lema que había<br />
hecho suyo el personaje literario: preferiría no hacerlo (preferiría no<br />
perpetuar el esquema de cosas dado, preferiría no someterme a las relaciones<br />
de poder establecidas, etc.). En este apartado, Žižek nos obliga<br />
a asumir la perspectiva del acontecimiento (esto es, una torsión en el<br />
campo simbólico, la aparición de un elemento que no pertenecía al mismo,<br />
pero que crea retrocausalmente las condiciones de su aparición<br />
una vez que surge en escena): desde el punto de vista del aconteci<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXXVII</strong> 12 <strong>La</strong> <strong>violencia</strong>