Excodra XXXVII: La violencia

las expresiones de violencia que confabulan para producir una realidad
acomodaticia. La paradoja aquí es que estos mismos agentes que actúan
como inductores de la violencia no son, en definitiva, sino el resultado
de esa otra violencia subrepticia, sistémica, invisible, que margina socialmente
a quienes no están a la altura de las expectativas, consumidores
fallidos que viven en la penuria económica y que sólo hallan un mínimo
resquicio de acción en la criminalidad, o sujetos emocionalmente
marginales que no logran adaptarse al marco de interacciones simbólicas
instituidas.
Incluso otro tipo de ficciones, como las películas y cómics sobre súper­héroes,
parecen jugar este mismo juego: lejos de denunciar las expresiones
de violencia que establecen brechas sociales, condiciones de
pobreza, discriminación o precariedad, los justicieros de la noche se enfrentan
a otros tipos embutidos en mallas de colores que desvían nuestra
atención de las justicias sociales sistémicas para personalizarlas en
estos irrisorios villanos que han jurado dedicar sus esfuerzos a sembrar
el mal. La lógica de las ficciones opera aquí como un eficaz amortiguador
de las injusticias sociales: el malo es siempre el asesino, un tipo
cualquiera que decide un buen día perpetrar un acto de violencia
contra los otros. De hecho, incluso podemos aducir que los abundantes
casos de corrupción que aparecen en los telenoticias no son sino una
trampa mortal para hacer el juego a las condiciones de poder establecidas.
Al centrar nuestra atención en estos villanos de traje y corbata nos
desviamos del principal problema: las dinámicas de violencia insertas
en el corazón de la gubernamentalidad.
La pregunta aquí es la siguiente: ¿cómo no ver este ejercicio retórico
de representación de la violencia como un mecanismo violento en sí
mismo? Los resortes institucionales, mediáticos o ideológicos que pacifican
las tensiones propias en las interacciones humanas constituyen,
por sí mismas, un ejemplo de violencia tensional, sistémica, producida
por la mera disposición estructural de los actores implicados. En consecuencia,
la verdadera violencia estriba en los mecanismos que se es­
La violencia 11 Excodra XXXVII