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ATENCION PLENA. EL PODER DE LA CONCENTRACION

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88 ATENCIÓN <strong>PLENA</strong><br />

Chuck Yeager, un joven criado en una granja de Virginia Oc<br />

cidental, era a los dieciocho años mecánico de aviones del ejér<br />

cito, donde ya destacaba por el temperamento audaz, la extrema<br />

agudeza visual y la implacable concentración instrumental que<br />

caracterizan «una buena materia prima». A los veinte, aquel<br />

chico de campo se había convertido en un piloto de caza que<br />

llegaría a ser uno de los ases de la aviación más condecorados de<br />

la Segunda Guerra Mundial. Como piloto de pruebas, pilotó en<br />

cierta ocasión un avión que cayó 51.000 pies en cincuenta y un<br />

segundos, tras lo cual lo enderezó y aterrizó sano y salvo. De en<br />

tre sus muchas hazañas, Yeager es famoso por haber sido el pri<br />

mero en romper la barrera del sonido y por haber ido al espacio<br />

sin una nave espacial. Aunque constituye el arquetipo del héroe<br />

temperamental, el piloto, con modestia, atribuye más su éxito a<br />

un estilo de atención instrumental, pragmático y metódico que<br />

al valor: «El miedo me hizo aprender cuanto fuera posible sobre<br />

el avión y los equipos de emergencia, me obligó a respetar a la<br />

máquina y a permanecer siempre alerta en la cabina».<br />

Igual que algunos niños dotados de una atención pragmáti<br />

ca excepcional llegan a convertirse en pilotos de guerra, otros,<br />

con facilidad para enfrascarse en la contemplación de la ver<br />

dad o de la belleza, devienen grandes artistas. Pese a sus exiguos<br />

recursos en la inhóspita ciudad industrial de Ufa, de la Unión<br />

Soviética, la madre del escuálido Rudolf Nureyev se las ingenió<br />

para llevarlo a presenciar un espectáculo de ballet a la edad de<br />

siete años. Hipnotizado por aquel mundo nuevo, Rudik pronto<br />

estaba representando danzas tradicionales. A pesar de su exigua<br />

preparación, una tendencia natural a la atención experiencial<br />

le ayudó a convertirse en el vehículo perfecto para expresar el<br />

frenesí divino de la danza. Aquel joven de provincias recorrió<br />

todo el camino hasta la famosa escuela de ballet Kírov de Leningrado,<br />

donde se concentró en adquirir la técnica formal del

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