Vida de Santa Teresa de Jesus -compuesta con fragmentos de la vida escrita por ella misma-
— 63 — soluciones produjeron en ella un cansancio muy natural, y la causaron tan viva agitación, que, finalmente, la dio una enfermedad muy grave y muy kíga, y tanto, que su padre creyó, año y medio después, deber sacarla del convento y volvérsela á llevar á su casa para cuidarla, y allí estuvo ella durante mucho tiempo muy débil y ^nguida. Guando se hubo puesto la Muchacha algo mejor, conceptuó su Padre que el aire del campo contribuida á restablecerla más pronto, quiso levarla á casa de su hija mayor, María de Cepeda, recien casada, ^ la cual habia siempre profesado el ^lás tierno cariño Teresa; y así lo hizo. Salieron, pues, de Avila; se Pusieron en camino, y de paso visitaron á D. Pedro Sánchez de Ce-
— 64 — peda, hermano de D. Alfonso, y tio de nuestra Sania. Llevaba aquel señor vida solitaria, era viudo, y se había retirado á vivir en el campo para estar más separado de los hombres y trabajar con mayor libertad y ahinco en el grande negocio de su salvación. Dichoso con ver en su casa á su hermano y á su sobrina, hizo cuanto pudo para hacerlos quedar y lo consiguió. D. Alfonso tuvo que regresar á Avila, y dejó á su hija en casa de su tio, el cual la cuidó lo mismo que si fuera hija suya. Allí estuvo Teresa unos cuantos días; su tío la hablaba ordinariamente de Dios; la prestaba y hacía leer buenos libros; la daba los mejores ejemplos; y asi fué ella asentando en su alma el desprecio del mundo y sus vanida-
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peda, hermano <strong>de</strong> D. Alfonso, y tio<br />
<strong>de</strong> nuestra Sania. Llevaba aquel<br />
señor <strong>vida</strong> solitaria, era viudo, y se<br />
había retirado á vivir en el campo<br />
para estar más separado <strong>de</strong> los<br />
hombres y trabajar <strong>con</strong> mayor libertad<br />
y ahinco en el gran<strong>de</strong> negocio <strong>de</strong> su<br />
salvación. Dichoso <strong>con</strong> ver en su casa<br />
á su hermano y á su sobrina, hizo<br />
cuanto pudo para hacerlos quedar y<br />
lo <strong>con</strong>siguió. D. Alfonso tuvo que<br />
regresar á Avi<strong>la</strong>, y <strong>de</strong>jó á su hija en<br />
casa <strong>de</strong> su tio, el cual <strong>la</strong> cuidó lo<br />
mismo que si fuera hija suya. Allí<br />
estuvo <strong>Teresa</strong> unos cuantos días;<br />
su tío <strong>la</strong> hab<strong>la</strong>ba ordinariamente <strong>de</strong><br />
Dios; <strong>la</strong> prestaba y hacía leer buenos<br />
libros; <strong>la</strong> daba los mejores ejemplos;<br />
y asi fué el<strong>la</strong> asentando en su alma<br />
el <strong>de</strong>sprecio <strong>de</strong>l mundo y sus vanida-