Vida de Santa Teresa de Jesus -compuesta con fragmentos de la vida escrita por ella misma-
punto de vista ofrece el más vivo y palpitante interés. « Para escribir dignamente la vida de santa Teresa, dice el piadoso P. Giry, no debería emplearse la pluma de un hombre mortal, sino más bien la punta de aquella saeta celestial, con que la traspasó el corazón un ángel, y lo encendió con las más ardorosas llamas del amor divino. Seria menester estar penetrado del mismo espíritu de que estaba penetrada ella, ya en sus coloquios con Dios, ya en la fundación de sus varios monasterios, ya al componer sus excelentes libros, que á todas las almas piadosas dejan pasmadas. » Lo cierto es que, si se considera la elección aue hizo Dios de ella, como
una misión tan elevada; las tribulaciones por que tuvo que pasar ella para llevar á cabo aquella obra gigantesca, pero que, guiada por la mano del Señor, tuvo la dicha de desempeñar con tan feliz éxito; las visiones con que la favoreció y recreé su amantisimo celestial Esposo; su práctica de las más heroicas virtudes cristianas, dignas de ser propuestas por dechado á todas las generaciones venideras, no podrá dejarse de confesar que la vida de una santa tan extraordinaria encierra un conjunto de cosas y hechos estupendos, que no es fácil contar, y no menos difícil hallar en las vidas de otros muchos siervos del Señor. Todas estas consideraciones merecen llamar la atención del público ilustrado y piadoso sobre una
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punto <strong>de</strong> vista ofrece el más vivo y<br />
palpitante interés. « Para escribir<br />
dignamente <strong>la</strong> <strong>vida</strong> <strong>de</strong> santa <strong>Teresa</strong>,<br />
dice el piadoso P. Giry, no <strong>de</strong>bería<br />
emplearse <strong>la</strong> pluma <strong>de</strong> un hombre<br />
mortal, sino más bien <strong>la</strong> punta <strong>de</strong><br />
aquel<strong>la</strong> saeta celestial, <strong>con</strong> que <strong>la</strong><br />
traspasó el corazón un ángel, y lo<br />
encendió <strong>con</strong> <strong>la</strong>s más ardorosas<br />
l<strong>la</strong>mas <strong>de</strong>l amor divino. Seria menester<br />
estar penetrado <strong>de</strong>l mismo<br />
espíritu <strong>de</strong> que estaba penetrada<br />
el<strong>la</strong>, ya en sus coloquios <strong>con</strong> Dios,<br />
ya en <strong>la</strong> fundación <strong>de</strong> sus varios<br />
monasterios, ya al componer sus<br />
excelentes libros, que á todas <strong>la</strong>s<br />
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Lo cierto es que, si se <strong>con</strong>si<strong>de</strong>ra <strong>la</strong><br />
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