Vida de Santa Teresa de Jesus -compuesta con fragmentos de la vida escrita por ella misma-

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se halló ser el 15, en vez de ser el 5 del mes, y ocupaba la Silla de san Pedro Gregorio XIII, y el trono de España, Felipe U, En el aclo de finar, tenia Teresa sesenta y siete años, seis meses y siete dias. Habia sido monja cuarenta y siete años, veinte y siete de los cuales habia pasado en el convento de la Encarnación, y los otros veinte en la Reforma. No gravó la muerte en su frente las horrendas huellas de su paso; al contrario, se notó que habia remozado su semblante, cubriéndose su tez de un color fresco y rojo, y desapareciendo las arrugas de la vejez; y quedaron sus miembros tan flexibles, como si estuviera aún con vida. Antes que espirara la Santa, la hermana Ana de san Barto-

— 358 — lomé vió (como ella misma asegura) á Jesucristo á los piés de la cama, rodeado de gran resplandor y acompañado de un sinnúmero de ángeles, que estaban aguardando el alma de Teresa para llevarla á la gloria. En el acto de morir ella, vió una monja salir su alma de su boca en forma de una paloma de una admirable blancura; y otra monja vió, en el mismo acto, una estrella sobre la torre y campanario de la Iglesia, que eran muestras de la gloria y felicidad de que gozaba su alma. Había allí cerca un árbol, que desde mucho tiempo estaba seco y casi enteramente cubierto de cal y escombros; pues, al contrário de lo que sucede en otoño, volvió á reverdecer y cubrirse de llores.

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lomé vió (como el<strong>la</strong> <strong>misma</strong> asegura)<br />

á Jesucristo á los piés <strong>de</strong> <strong>la</strong> cama,<br />

ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> gran resp<strong>la</strong>ndor y acompañado<br />

<strong>de</strong> un sinnúmero <strong>de</strong> ángeles,<br />

que estaban aguardando el alma <strong>de</strong><br />

<strong>Teresa</strong> para llevar<strong>la</strong> á <strong>la</strong> gloria. En<br />

el acto <strong>de</strong> morir el<strong>la</strong>, vió una monja<br />

salir su alma <strong>de</strong> su boca en forma<br />

<strong>de</strong> una paloma <strong>de</strong> una admirable<br />

b<strong>la</strong>ncura; y otra monja vió, en el<br />

mismo acto, una estrel<strong>la</strong> sobre <strong>la</strong><br />

torre y campanario <strong>de</strong> <strong>la</strong> Iglesia,<br />

que eran muestras <strong>de</strong> <strong>la</strong> gloria y felicidad<br />

<strong>de</strong> que gozaba su alma. Había<br />

allí cerca un árbol, que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> mucho<br />

tiempo estaba seco y casi enteramente<br />

cubierto <strong>de</strong> cal y escombros;<br />

pues, al <strong>con</strong>trário <strong>de</strong> lo que suce<strong>de</strong><br />

en otoño, volvió á rever<strong>de</strong>cer y cubrirse<br />

<strong>de</strong> llores.

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