Vida de Santa Teresa de Jesus -compuesta con fragmentos de la vida escrita por ella misma-
— 31 — se fué á desahogar su quebrantado corazón á los piés de una imagen de Nuestra Señora, y con sentidas lágrimas y gemidos la rogó que desde el cielo se dignara serviria'de madre, ya que su divino Hijo había tenido por conveniente arrebatarla la que tenía en la tierra, y que en lo sucesivo fuera siempre su refugio, su asilo y protectora. Aunque hecha con la sencillez propia de una criaturita, fué esta oración favorablemente acogida y la valió más de lo que habia creido la desventurada huerfanita ; pues, andando los tiempos, se lo probaron los grandes favores y gracias especiales que la fueron otorgadas por la intercesión de su madre celestial. Así lo dice la Santa en el primer capítulo de su Vida. « Conocida-
— 32 — » mente he hallado á esta Virgen » soberana, dice, en cuanto me he » encomendado á ella, y en fin me » ha tomado á si. » Así que hubo adelantado un poco en edad, entendió más fácilmente las gracias de naturaleza de que la habia dotado Dios, y que decian ser muy considerables : su ingenio fácil, sus modales graciosos y su jovialidad la hacían apreciar de todos, (como ya hemos apuntado), y no habia quien no la colmara de elogios. Con todo, no fué el envanecimiento lo que por poco la perdió, sino los malos libros que se habia aficionado á leer y las comunicaciones que habia trabado. Habia cobrado gusto á novelas ó libros de caballería. Pesaba mucho esto á su padre; pero sabía muy
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Dios, y que <strong>de</strong>cian ser muy <strong>con</strong>si<strong>de</strong>rables<br />
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