Vida de Santa Teresa de Jesus -compuesta con fragmentos de la vida escrita por ella misma-

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- 131 — tomó Teresa su vuelo hacia las piones celestiales; desde las alturas en que se habla colocado, midió la extensión de los cielos espirituales, y vio cómo todas las verdades, que son unos soles inteligibles, van gravitando al rededor del Soi de la suprema verdad; y del surao gozo que la infundió semejante espectáculo, la vino la inspiración mística y un sublime delirio de amor divino. Ilabia Dios encendido eu el corazón de su sierva un fuego de amor tan grande y un deseo rao Poderoso de verle, que no era para eUa la vida presente más que un largo Martirio. Quedó herida de una llaga divina, que, con consumirla y hacerla ^orir, la infundía un inefable deleite, COÜ el cual no hay medio de comparar

— 132 — todos los deleites de este mundo *. Al bajar, después de aquellos ioe- 1 Vio Teresa, por aquellos tiempos, al lado izquierdo de su cuerpo, un seraña de peregrina belleza, en forma corporal, que en sus manos traia un dardo de oro largo, a cuyo cabo tenia en la punta un poco de fuego. Metíala el seraíin el dardo por el corazón, y traspasábala hasta las entrañas. Guando se lo metía en el corazón, producia en él una llama de amor de Dios que la dejaba, por decirlo así, enteramente abrasada y sin poder aguantar aquel incendio devorador; y, cuando se lo retiraba, parecía que la arrancaba las entrañas, y tan abrasada la dejaba, que la hubieran creido enajenada y fuera de si. Arrancábala ligeros gemidos el dolor de aquellas sagradas heridas, sin que lo pudiera ella resistir; pero, por otra parte, tal era la suavidad, que de aquel dolor en su alma nacia, que la dejaba tan sumamente embriagada, que ni ver, ni hablar queria , sino solamente gozar de la dulzura de su trabajo y de las delicias de su amor. Sólo gustaba de abrasarse con aquella sabrosa pena, que para ella era la mayor gloria de cuantas hay en la creación.

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todos los <strong>de</strong>leites <strong>de</strong> este mundo *.<br />

Al bajar, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> aquellos ioe-<br />

1 Vio <strong>Teresa</strong>, <strong>por</strong> aquellos tiempos, al <strong>la</strong>do<br />

izquierdo <strong>de</strong> su cuerpo, un seraña <strong>de</strong> peregrina<br />

belleza, en forma cor<strong>por</strong>al, que en sus manos<br />

traia un dardo <strong>de</strong> oro <strong>la</strong>rgo, a cuyo cabo<br />

tenia en <strong>la</strong> punta un poco <strong>de</strong> fuego. Metía<strong>la</strong><br />

el seraíin el dardo <strong>por</strong> el corazón, y traspasába<strong>la</strong><br />

hasta <strong>la</strong>s entrañas. Guando se lo metía<br />

en el corazón, producia en él una l<strong>la</strong>ma<br />

<strong>de</strong> amor <strong>de</strong> Dios que <strong>la</strong> <strong>de</strong>jaba, <strong>por</strong> <strong>de</strong>cirlo<br />

así, enteramente abrasada y sin po<strong>de</strong>r aguantar<br />

aquel incendio <strong>de</strong>vorador; y, cuando se lo<br />

retiraba, parecía que <strong>la</strong> arrancaba <strong>la</strong>s entrañas,<br />

y tan abrasada <strong>la</strong> <strong>de</strong>jaba, que <strong>la</strong> hubieran<br />

creido enajenada y fuera <strong>de</strong> si. Arrancába<strong>la</strong><br />

ligeros gemidos el dolor <strong>de</strong> aquel<strong>la</strong>s sagradas<br />

heridas, sin que lo pudiera el<strong>la</strong> resistir; pero,<br />

<strong>por</strong> otra parte, tal era <strong>la</strong> sua<strong>vida</strong>d, que <strong>de</strong><br />

aquel dolor en su alma nacia, que <strong>la</strong> <strong>de</strong>jaba<br />

tan sumamente embriagada, que ni ver, ni<br />

hab<strong>la</strong>r queria , sino so<strong>la</strong>mente gozar <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

dulzura <strong>de</strong> su trabajo y <strong>de</strong> <strong>la</strong>s <strong>de</strong>licias <strong>de</strong> su<br />

amor. Sólo gustaba <strong>de</strong> abrasarse <strong>con</strong> aquel<strong>la</strong><br />

sabrosa pena, que para el<strong>la</strong> era <strong>la</strong> mayor gloria<br />

<strong>de</strong> cuantas hay en <strong>la</strong> creación.

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