Vida de Santa Teresa de Jesus -compuesta con fragmentos de la vida escrita por ella misma-
— 91 — no lo supiera; era infamado en su honra aquel ministro; pero no por esto acababa por dejar á aquella mujer que le tenia hechizado, y nadie se atrevía á hablar de ello. Mas gustaban á Teresa los hombres letrados ; tenía aquel mal sacerdote algunas letras, aunque no sobradas; y así á él se dirigió ella para confesarse mientras permaneció allí. Por 0tra parte, en concepto de la Santa, UÜ Confesor más instruido que virtuoso es de preferir á otro más virtuoso que instruido, por ser el prittiero más apio para aconsejar y dirigir. Sea de ello lo que sea, lo cierto es que de ella se valió la divina Procidencia para tocar el empedernido corazón de aquel pervertido eclesiástico y apartarle de su mal camino.
— 92 — Efectivamente, viendo en sn penitenta tantas virtudes y dotes como había Dios depositado en ella, primeramente quedó prendado y confuso á la vez, y, por fin, la cobró una extrema y loca afición. Condolióse Teresa con ver tan ciego y perdido á aquel desventurado; le tuvo compasión; tomó á pechos su conversión y no aflojó hasta haberla conseguido de la divina misericordia. Encomendó con el mayor fervor y encarecimiento á Dios el alma de aquel infeliz; con mucha maña le arrancó la prenda donde estaban los hechizos; la echó en un rio; entró en si aquel clérigo ; abrió los ojos á la luz; recordó delante del Señor todo el mal que habia hecho; quedó compungido en el alma y convertido;
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Efectivamente, viendo en sn penitenta<br />
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á <strong>la</strong> vez, y, <strong>por</strong> fin, <strong>la</strong> cobró<br />
una extrema y loca afición. Condolióse<br />
<strong>Teresa</strong> <strong>con</strong> ver tan ciego y perdido<br />
á aquel <strong>de</strong>sventurado; le tuvo<br />
compasión; tomó á pechos su <strong>con</strong>versión<br />
y no aflojó hasta haber<strong>la</strong><br />
<strong>con</strong>seguido <strong>de</strong> <strong>la</strong> divina misericordia.<br />
Encomendó <strong>con</strong> el mayor fervor<br />
y encarecimiento á Dios el alma<br />
<strong>de</strong> aquel infeliz; <strong>con</strong> mucha maña le<br />
arrancó <strong>la</strong> prenda don<strong>de</strong> estaban los<br />
hechizos; <strong>la</strong> echó en un rio; entró<br />
en si aquel clérigo ; abrió los ojos á<br />
<strong>la</strong> luz; recordó <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong>l Señor<br />
todo el mal que habia hecho; quedó<br />
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