Vida de Santa Teresa de Jesus -compuesta con fragmentos de la vida escrita por ella misma-
— 89 — rigor del mal de corazón, de que me fui á curar, era mucho mas recio, que algunas veces me parecía con dientes agudas me asian dél, tanto que se temió era rabia. Con la falta grande de virtud (porque ninguna cosa podia comer, sino era bebida, de gran hastío, calentura muy contina y tan gastada, porque casi un mes me habían dado una purga cada dia), estaba tan abrasada, que se me empezaron á encoger los nervios; con dolores tan incomportables, que día y noche ningún sosiego podía tener, y una tristeza muy profunda. Con esta ganancia me tornó á traer mi padre, á donde tornaron á verme médicos : todos me desahuciaron, que decían sobre
— 90 — » este mal estaba ética. Desto se » me daba á mí poco, los dolores » eran los que me fatigaban, porque « eran en un ser desde los piés » hasta la cabeza; porque de ner- » vios son intolerables, según de- » clan los médicos, y como todos se » encogían, cierto si yo no lo hu- » biera por mi culpa perdido, era » recio tormento, u Pero, si no fué provechosa á su salud hasta aquel dia su salida del convento, lo fué á cierto sacerdote de depravada conducta, que vivia en aquel lugar. Era un mal sacerdote, que se hacia notar por su vida irregular, perdido desde muchos años, teniendo tratos ilícitos con una mujer del vecindario. Era notorio y público el escándalo; no había quien
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teniendo tratos ilícitos <strong>con</strong> una mujer<br />
<strong>de</strong>l vecindario. Era notorio y público<br />
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