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Revista Sala de Espera Panamá Nro. 86 Septiembre - Octubre

Portada 14 Entrevista con Hernan Acevedo propietario de Tsugoi “Nunca dejamos de innovar” “Somos más que sushi” es el slogan que describe a este lugar de comida asiática, resaltando el protagonismo de su variedad y evolución en cuanto a invención de nuevos platos que complementan un variado menú cada día Por Randa Bazzi Especial Gastronomía 18 Panamá, país delicioso Por Violeta Villar Liste 21 Sabores en cada esquina Por Violeta Villar Liste 24 ¿Soplan los vientos de cambio en la Guía Michelin? Por Yubelitze Angarita Borges Casos y Rostros 27 Mercados flotantes del mundo: Una aventura entre culturas y sabores Por Elizabeth M. Gutiérrez G. 29 Ser astronauta ya no es un sueño de niños Por Sala de Espera 31 La Lupe: el evangelio según La Yiyiyi Por Daniel Centeno M. 34 ¿Es natural migrar? Por Lucas Monsalve Secciones Fijas 6 Urbano y actual Por Randa Bazzi 12 Lugares de Encuentro Lessep’s Bistró Café Por Randa Bazzi 36 Mis favoritas 3 de 3 Carolina Fonseca Por Sala de Espera 38 Equipaje Eterno Tortoni Por Cecilia García 40 Cuerpos y Mentes Algunas recomendaciones para retardar la aparición de las arrugas Por Magaly Rodríguez 42 Mundo Animal Tesoro natural para cuidar Por Hans Graf B 44 Noticias Columnistas 4 A fuego Lento Visita el Mercado de abastos Por Julia Ortega 5 Rosa de los vientos Aniversario con mantel y sábanas Por José Antonio Sáenz

Portada
14 Entrevista con Hernan Acevedo propietario de Tsugoi
“Nunca dejamos de innovar”
“Somos más que sushi” es el slogan que describe a este lugar de comida asiática, resaltando el protagonismo de su variedad y evolución en cuanto a invención de nuevos platos que complementan un variado menú cada día
Por Randa Bazzi
Especial Gastronomía
18 Panamá, país delicioso
Por Violeta Villar Liste
21 Sabores en cada esquina
Por Violeta Villar Liste
24 ¿Soplan los vientos de cambio en la Guía Michelin?
Por Yubelitze Angarita Borges
Casos y Rostros
27 Mercados flotantes del mundo: Una aventura entre culturas y sabores
Por Elizabeth M. Gutiérrez G.
29 Ser astronauta ya no es un sueño de niños
Por Sala de Espera
31 La Lupe: el evangelio según La Yiyiyi
Por Daniel Centeno M.
34 ¿Es natural migrar?
Por Lucas Monsalve
Secciones Fijas
6 Urbano y actual
Por Randa Bazzi
12 Lugares de Encuentro
Lessep’s Bistró Café
Por Randa Bazzi
36 Mis favoritas 3 de 3
Carolina Fonseca
Por Sala de Espera
38 Equipaje
Eterno Tortoni
Por Cecilia García
40 Cuerpos y Mentes
Algunas recomendaciones para retardar la aparición de las arrugas
Por Magaly Rodríguez
42 Mundo Animal
Tesoro natural para cuidar
Por Hans Graf B
44 Noticias
Columnistas
4 A fuego Lento
Visita el Mercado de abastos
Por Julia Ortega
5 Rosa de los vientos
Aniversario con mantel y sábanas
Por José Antonio Sáenz

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Casos y rostros<br />

como a peces a personalida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l tenor<br />

<strong>de</strong> Marlon Brando, Ernest Hemingway,<br />

Simone <strong>de</strong> Beauvoir, Tennessee Williams,<br />

Picasso o Jean-Paul Sartre por el sólo placer<br />

<strong>de</strong> verla en sus arrebatos. O, mejor<br />

aún, el momento <strong>de</strong> su partida <strong>de</strong> Cuba<br />

en 1962, porque a Fi<strong>de</strong>l le parecía bastante<br />

contrarrevolucionaria su estampa <strong>de</strong> puta<br />

(su libertad artística, pues).<br />

“Él dijo que yo le estaba robando atención<br />

a su revolución, y que me tenía que ir.<br />

Cuando hay revolución, no pue<strong>de</strong> andar<br />

por ahí alguien como Benny Moré o como<br />

yo. Le quitamos toda la atención. Yo existo<br />

para todos, no me limitan las revoluciones.<br />

¡Soy para todo el que tenga soul!”, respondió<br />

a gritos a la Rolling Stone en 1972.<br />

Hay que <strong>de</strong>cir que su aterrizaje no fue<br />

tan fácil. De ser la soberana <strong>de</strong>l botiquín<br />

cubano, a no encajar ni en México ni en<br />

Miami hay un largo trecho. ¿Y cómo podía<br />

hacerlo? Ya se dijo que La Yiyiyi aporreaba<br />

a los músicos y a sus instrumentos, cosa<br />

que ya <strong>de</strong> por sí tiene sus bemoles, pero<br />

no se mencionó otro <strong>de</strong>tallazo: la mujer se<br />

empelotaba en escena si la llegaba a poseer<br />

el ritmo. Hay registros <strong>de</strong> La Lupe pegándole<br />

con una teta al micrófono, otros en<br />

los que elevaba pantaletas y sostenes; incluso<br />

existen los que la presentaban <strong>de</strong> nalgas<br />

peladas, aplastada contra la pared.<br />

¡Con todo esto pa? qué más revolución!<br />

Dicen que cuando se fue a Nueva York,<br />

y logró ser reclutada por Mongo Santamaría,<br />

sus presentaciones en el Apollo <strong>de</strong>jaban<br />

en pañales a las <strong>de</strong> James Brown o a cualquier<br />

leyenda <strong>de</strong>l frenesí. La mujer corría y<br />

se <strong>de</strong>slizaba <strong>de</strong> rodillas mientras la orquesta<br />

seguía con la canción. Luego gritaba, se<br />

mordía el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> las manos hasta sacarse<br />

sangre, se cacheteaba con gusto, se arañaba<br />

por todos lados y <strong>de</strong>sprendía las cortinas<br />

<strong>de</strong>l lugar. Los tramoyistas <strong>de</strong>l sitio,<br />

que <strong>de</strong> seguro habían visto <strong>de</strong> todo en su<br />

vida, se escondían con estos alaridos, cuando<br />

el huracán se acercaba: “¡Cuidado, que<br />

ahí viene la loca! ¡Échate a un lado, que te<br />

pue<strong>de</strong> dar un sopapo!”.<br />

Ver los vi<strong>de</strong>os <strong>de</strong> su época dorada es<br />

toda una experiencia. Los músicos se las<br />

ingenian para mantener las melodías,<br />

mientras ella grita, patea maracas, lanza<br />

puños a varios objetivos, suelta gallos<br />

<strong>de</strong> todas las espuelas y corre como una<br />

<strong>de</strong>mente. La lógica <strong>de</strong>l mecanismo parece<br />

ser una: cada quien está en su vaina en<br />

esos shows. Pero por alguna extraña ecuación<br />

todo encaja perfecto. Las piezas suenan<br />

sólidas y el <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n se acopla como un<br />

guante. Debe haber algún principio físico<br />

en eso. Uno que <strong>de</strong>bería bautizarse con el<br />

nombre <strong>de</strong> esta mujer. Sería interesante<br />

explicar la montaña rusa <strong>de</strong> esta vida gracias<br />

a la ciencia.<br />

Porque La Lupe era lunática fuera y<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> escena. Cuando Tito Puente la<br />

reclutó entre sus filas, ella se hizo reina. El<br />

timbalero <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> lado su prejuicio hacia<br />

el <strong>de</strong>scuido vocal en el estilo <strong>de</strong> la cantante,<br />

y <strong>de</strong>cidió arrebatársela a Mongo Santamaría<br />

para ver qué salía. Y salió petróleo.<br />

A mediados <strong>de</strong> los años 60 hicieron discos<br />

como Tito Puente swings/The exciting Lupe<br />

sings, Tú y yo y El Rey y Yo. Es la época <strong>de</strong>l<br />

verda<strong>de</strong>ro acabose. Las entradas se agotaban<br />

para verlos, los álbumes <strong>de</strong>saparecían<br />

<strong>de</strong> las discotiendas, el bolero “Qué te pedí”<br />

se transformaba en clásico instantáneo, los<br />

reconocimientos arreciaban, las entrevistas<br />

en medios norteamericanos eran cosa frecuente<br />

y, no menos importante, el dinero<br />

llegaba por chorros. La Lupe fue proclamada<br />

como la “reina <strong>de</strong>l latin soul”. Para<br />

entonces, no tenía rival. Celia Cruz era<br />

el anverso débil <strong>de</strong> la moneda. Y la Yiyiyi<br />

gozaba su fama sin medida. Gastaba fortunas<br />

<strong>de</strong> puro pecado. ¿Qué no? Bueno,<br />

entonces, habría que sacar la compra <strong>de</strong> la<br />

mansión <strong>de</strong> Rodolfo Valentino y las cientos<br />

<strong>de</strong> pieles que adquiría con la paga <strong>de</strong><br />

una noche <strong>de</strong> actuación. A<strong>de</strong>más, en esos<br />

años la mujer contrajo nupcias por segunda<br />

vez, ahora con el cantante Willie García,<br />

bajo una férrea condición: “Usted ni trabaje<br />

porque a su hembra lo que le sobra es<br />

plata para mantenerlo, ¿oyó?”.<br />

Y, como ya es normal en estas historias<br />

<strong>de</strong> fama y fortuna, su divismo se estaba<br />

haciendo insoportable en la orquesta <strong>de</strong><br />

Puente. Cuentan que llegaba a <strong>de</strong>shoras,<br />

con la sangre atestada <strong>de</strong> drogas, grababa<br />

como le daba la gana y todos tenían que<br />

amoldarse a sus caprichos. Para colmo <strong>de</strong><br />

colmos, ganaba más dinero que el propio<br />

director <strong>de</strong>l grupo musical. El <strong>de</strong>senlace<br />

era el esperado: la expulsión <strong>de</strong> la díscola.<br />

Lo que siguió a esto no se sabe si podía<br />

ser tan esperado: La Lupe grabó el tema<br />

“Oriente” con unas líneas que no tenían<br />

<strong>de</strong>sperdicio por los obuses que les lanzó a<br />

Puente y a Celia Cruz: “Y yo que le daba<br />

todo a mi jefe Tito Puente / Se me fue con<br />

la <strong>de</strong>l frente, y solita me <strong>de</strong>jó/ Ay, ay, ay,<br />

Tito Puente me botó, me botó”.<br />

Después <strong>de</strong> estos excesos es normal que<br />

la <strong>de</strong>sgracia asome. Pero lo cierto es que La<br />

Lupe, aunque estaba cayendo, tardaría lo<br />

suyo para el platanazo. Por eso en esa parábola<br />

<strong>de</strong>scen<strong>de</strong>nte hubo cientos <strong>de</strong> episodios<br />

memorables. Sus trabajos como solista<br />

no <strong>de</strong>cepcionaron. Tite Curet Alonso la<br />

protegió al darle canciones como “La tirana”,<br />

“Fíjense”, “Avanza y vete <strong>de</strong> aquí”,<br />

“Carnaval” o “Puro teatro”. Y eso sin<br />

contar con sus versiones <strong>de</strong> éxitos <strong>de</strong> Los<br />

Beatles, Doors, Sam Cooke o Janis Joplin,<br />

muchos <strong>de</strong> estos aparecidos en el álbum<br />

The Queen does her own thing.<br />

Fue un momento estrambótico, como<br />

casi todos los <strong>de</strong> ella. Su pronunciación<br />

<strong>de</strong> la lengua <strong>de</strong> Shakespeare distaba <strong>de</strong> ser<br />

parecida a la <strong>de</strong> un profesor <strong>de</strong> Oxford.<br />

De su boca salía un carnaval <strong>de</strong> palabras<br />

en torbellino, cuyo exotismo no <strong>de</strong>jó <strong>de</strong><br />

interesar al otro público. Los psicodélicos<br />

quisieron ampararla, <strong>de</strong> repente por<br />

el efecto que daba esa lenguarada pasada<br />

por LSD. Por eso aparecieron las invitaciones<br />

a festivales en don<strong>de</strong> compartiría<br />

cartel con Iron Butterfl y o Jethro Tull.<br />

Y en medio <strong>de</strong> esa preferencia también<br />

habría que añadir aquella postración <strong>de</strong>l<br />

Village Voice, que llegó a publicar sin<br />

recato: “Ella es Janis, Aretha y Edith Piaf<br />

mezcladas en una. Canta baladas mejor<br />

que Piaf, y canciones movidas como las<br />

otras dos, con locura añadida. Pudiese<br />

ganar una fortuna en el ámbito <strong>de</strong>l rock.<br />

La Lupe es <strong>de</strong>vastadora, y parece que se<br />

está <strong>de</strong>vastando a sí misma. Jim Morrison,<br />

toma nota”.<br />

Sobre esta <strong>de</strong>vastación existe un episodio<br />

que los memoriosos agra<strong>de</strong>cerán: el<br />

<strong>de</strong>l programa <strong>de</strong> Dick Cavett. Este show,<br />

que tuvo a gente invitada como Hendrix,<br />

Zappa o Lennon, también le <strong>de</strong>dicó una<br />

emisión a La Yiyiyi. No tiene <strong>de</strong>sperdicio.<br />

Ella sale dorada <strong>de</strong> la cabeza a los pies,<br />

con un turbante, una batola y una comparsa<br />

<strong>de</strong> bisutería <strong>de</strong>l mismo color. Parece la<br />

novia <strong>de</strong> bajo presupuesto <strong>de</strong> la estatuilla<br />

<strong>de</strong>l Oscar. La cosa es que, mientras chilla<br />

el “Afro Blue”, se <strong>de</strong>shace <strong>de</strong> la bata, <strong>de</strong> sus<br />

zapatos <strong>de</strong> tacón y <strong>de</strong>l turbante. También se<br />

da golpes en la panza y agita las tetas como<br />

si quisiera <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rse <strong>de</strong> ellas. Al final<br />

queda en un mono enterizo tallado al cuerpo,<br />

con un escote tan amplio en su espalda<br />

que da cuenta <strong>de</strong>l comienzo <strong>de</strong> la raja entre<br />

sus nalgas. La loca camina, oronda, <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> su exorcismo musical, se agarra sus lolas,<br />

muestra una cesta dorada y le regala unas<br />

tortitas <strong>de</strong> Morón, hechas por ella misma,<br />

a un sorprendido Cavett con estas palabras:<br />

“La moral no es alta, pero es abundante”.<br />

El gringo las toma y, qué carajo, <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> eso se va con La Lupe a cantar “Allá en<br />

34 <strong>Revista</strong> <strong>Sala</strong> <strong>de</strong> <strong>Espera</strong>

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