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La migración afecta y compromete a todos y todas.<br />
5. Principios y criterios de la Doctrina Social de la Iglesia<br />
A la luz de la fundamentación Bíblica y de la Doctrina del Magisterio que acabamos<br />
de resumir, podemos formular unos principios y criterios sobre los cuales habrá de<br />
fundamentarse la relación con los migrantes:<br />
a) Dignidad de la persona humana<br />
El ser humano, por su dignidad de persona, es un valor en sí mismo y debe ser<br />
estimado/a y tratado como tal, por lo que no se le puede utilizar como un objeto.<br />
La dignidad de la persona fundamenta la igualdad de los seres humanos entre sí, así<br />
como la solidaridad y el derecho a la participación, excluyendo toda discriminación.<br />
La dignidad propia de toda persona humana constituye el fundamento de la<br />
igualdad de todos los seres humanos<br />
b) El derecho/deber al trabajo y el derecho de emigrar<br />
El migrante tiene el derecho al trabajo y el deber de trabajar. Este derecho/deber que<br />
ha de ejercerse en el ámbito de la propia nación y cultura genera, eventualmente, el<br />
derecho a migrar, cuando es imposible su ejercicio en el propio país. Por otra parte, el<br />
derecho a migrar presupone el derecho a no tener que migrar. Este derecho se hace<br />
posible con una correcta organización del trabajo y de la humana convivencia en el<br />
propio país.<br />
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Al derecho a migrar corresponde el derecho a ser acogido por las personas y<br />
pueblos que les dan trabajo<br />
El derecho a migrar presupone el derecho a no tener que migrar<br />
En lo que concierne particularmente al ámbito familiar, hay que recordar que la<br />
persona del migrante o desplazado, como toda persona humana, tiene una relación<br />
esencial con su familia. Ello obliga a los países de acogida a crear las condiciones<br />
necesarias para que el migrante pueda, cuanto antes, llamar a los suyos y vivir con<br />
ellos en condiciones similares a las de las familias de la población local.<br />
Empresarios y autoridades deben crear las condiciones necesarias para la<br />
reagrupación familiar del migrante<br />
c) Cielo nuevo y nueva tierra<br />
Jesús, con obras y palabras nos anuncia el Reino de Dios, que está abierto a toda<br />
persona humana. Esta acogida de los creyentes ha de hacerlo creíble por la bondad<br />
y el amor que Dios manifestó en Cristo a favor de la humanidad entera. (Tit. 3,4). La<br />
fe en un futuro donde todos los pueblos de la tierra se sentarán en el banquete del