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Manual - CEI

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La migración afecta y compromete a todos y todas.<br />

trato especial, digno. Los migrantes y su familia constituyen, junto con los huérfanos<br />

y las viudas, la trilogía típica del mundo de los marginados en Israel. El pueblo de<br />

Israel tiene mucho que decirnos, pues experimentó en carne propia el drama de la<br />

migración. Dios rechaza la humillación y el maltrato de los migrantes (Ex. 23,9); la<br />

opresión (Lev. 19,34); la explotación (Dt. 23,16); no negar sus derechos al migrante<br />

(Dt. 24,17), (Dt. 27,19)<br />

Dios pide para el extranjero un trato digno y de especial consideración<br />

62<br />

La narrativa bíblica del Antiguo Testamento ha sido construida a partir de un paradigma<br />

migratorio. La dimensión migratoria acompañó de cerca la progresiva revelación de<br />

los planes de Dios, con respecto del pueblo que Él escogió para llevar la salvación<br />

a toda la humanidad. Este “paradigma migratorio” se estableció primero como<br />

dimensión personal, en la historia de Abraham. La dinámica central de la vocación de<br />

Abraham se concretó en forma de migración: “Sal de tu tierra y ve a la tierra que te<br />

mostraré” (Gn. 12,1). Así fue recordado por todos sus descendientes: “Mi padre era<br />

un judío errante” (Dt. 26,5). Por otro lado, cuando los hijos de Abraham se volvieron<br />

numerosos, comenzaron pronto a experimentar la migración. La reiterada experiencia<br />

de migración trae una enseñanza permanente sobre la necesidad de buscar una<br />

realización más profunda y sirve para alertar contra el peligro de la acomodación y de<br />

la pérdida de perspectiva trascendente, que nunca puede ser olvidada ni abandonada.<br />

La dinámica central de la vocación de Abraham se concretó en forma de migración<br />

b) Nuevo Testamento<br />

La vida y el accionar de Jesús, siempre elevó la figura del migrante como oportunidad<br />

y signo de acogida al proyecto de Dios: “Fui extranjero y me acogisteis” (Mt. 25,35).<br />

La palabra griega “Xenos” (extranjero, extraño, forastero) se encuentra 14 veces<br />

en el Nuevo Testamento. Según Mateo, 25,31-46, hospedar a un extraño es como<br />

hospedar al propio Jesús. En sus parábolas Jesús presupone la costumbre de la<br />

hospitalidad, cuestiona al fariseo por no cumplir los deberes hospitalarios (Lc. 7,44).<br />

Hay que hospedar al que llega de improviso en la noche (Lc. 11,5). Esta actitud con<br />

los huéspedes recibe una profunda motivación teológica cuando se recuerda que el<br />

propio Dios es un extraño en medio de su pueblo (Jn. 8.19) y que también Jesús es un<br />

extraño entre los suyos (Jn. 1,11; 8-14). “¿Quién es mi prójimo?”, a este intento de<br />

evasión Jesús responde con la parábola del Buen samaritano (Lc. 10, 29-37) donde urge<br />

aproximarse al extraño sin preguntarse sobre sus condiciones de raza, nacionalidad y<br />

religión. Mateo es el único evangelista que muestra cual será el contenido del Juicio<br />

Final (Mt 25,31-46), donde los hombres serán juzgados por la fe que tuvieron en<br />

Jesucristo, fe que significa, reconocer y comprometerse con la persona concreta de<br />

Jesús, que está identificado con los “rostros sufrientes” 30<br />

Una de las características esenciales del proyecto que trae y predica Jesús es la<br />

30 Documento Final de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y de El Caribe, Aparecida, Brasil,<br />

2007. Cap. 8 – 8.6.

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