Manual - CEI

La migración afecta y compromete a todos y todas.
3. Marco Bíblico, Doctrinal y Pastoral
La respuesta a la movilidad humana, en el contexto de un mundo globalizado, se
presenta como una amalgama de luces y sombras, que no todos saben pesar
equilibradamente: para unos el fenómeno es una amenaza, para otros, una aventura,
o simplemente una oportunidad. Todo esto representa un reto para la pastoral, pues
se necesita tener la capacidad de acercarse a la comunidad de acogida y al migrante
para conocer sus diferentes motivaciones. De ahí la necesidad de una aproximación
conjunta entre el fenómeno migratorio y las preocupaciones pastorales.
El mismo Concilio Vaticano II, al describir la naturaleza de la Iglesia, dedica un capítulo
para analizarla como “Iglesia Peregrina”, era una expresión muy usada por el Papa
Juan XXIII, para enfatizar la necesidad de actualización permanente de la Iglesia
que la identifica con el propio caminar de la humanidad. “No tenemos aquí ciudad
permanente” (Hebreos 13,14), aclara San Pablo, la Iglesia es dinámica, no puede
detenerse, necesita caminar de acuerdo a los “signos de los tiempos”.
Por eso, en los primeros tiempos, la Iglesia fue identificada como un “camino”
(Hechos 91-2), expresión que enfatiza lo transitorio y hace imaginar situaciones de
los migrantes, que emprenden la aventura de ponerse en camino con la esperanza
de llegar al destino que buscan, que no encuentran donde viven. La Iglesia, en su ser
peregrina, se siente cercana a la condición de los migrantes y llamada a comprender
sus problemas, a apoyar sus justas reivindicaciones y a defender su causa: sea en el
interior de cada país, en forma de leyes que favorecen la vida de los migrantes y su
inserción en la sociedad, sea a nivel mundial, llamando a los gobernantes a realizar
una gobernanza de las migraciones con un enfoque de derechos.
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La Iglesia es portadora de la memoria histórica del caminar del pueblo de Dios,
contenido en la Biblia. Puede decirse que la Biblia ha nacido y crecido en el
contexto de una migración milenaria, de permanente movilidad, de arraigo y
desarraigo, de deportaciones y exilios, de expulsiones y refugios. Este contexto
ha permitido al pueblo de Israel expresar más que una teoría, una experiencia:
ningún pueblo está más autorizado para hablar de migración y diáspora
que el pueblo bíblico, del que también son parte Jesús y su Iglesia.
La propuesta permanente de la Iglesia es vivir “la unidad en la diversidad”
3.1. Fundamentación Bíblica
a) Antiguo Testamento
En el Antiguo Testamento encontramos doctrinas y praxis referente al tema migratorio.
Por ejemplo, encontramos a un Dios que reclama para el migrante o extranjero un