Vida Compendiada de Santa Teresa de Jesus

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— 9° — que ordenára á las monjas salir sin demora, porque de lo contrario tirarían las puertas y las sacarían á viva fuerza. Aquí se vió claro cuán acertada fue la elección que la Santa hizo de estas cuatro hijas de Elias, pues con el valor, celo y energía de su Padre, hablaron al Corregidor, que estaba al frente de la comisión, lo que convenía en defensa de los derechos de Dios. Dijéronle que no saldrían del monasterio hasta que no se lo mandase el que las había encerrado en él; que tenían por Prelado al Sr. Obispo, cu}^ autoridad sólo reconocían; que se guardase de atropellarlas y de tirar las puertas, y que no echase en olvido que había Dios en el cielo y Rey en la tierra. Algo detuvieron al Corregidor estas palabras de las cuatro novicias; pero no bastaron para hacerle desistir de su intento. Hizo reunir una gran junta de ciudadanos, á la que acudieron personas de todas clases y condiciones. El Corregidor, como Presidente, les hizo ver lo perjudicial que era á la ciudad esta fundación: con este motivo, se alargó en tantas consideraciones, y dijo cosas tan fuera de propósito, que muchos de entre los asistentes las encontraron muy exageradas y descorteses; pero á pesar de todo convinieron en el fondo, que era destrozarla nueva fundación. Todo estaba pre-

— 91 — parado para ejecutar la destrucción del monasterio, cuando lleno de fortaleza un religioso dominico, llamado Fr. Domingo Bañez, se levantó en medio de la asamblea á defender las pobrecitas religiosas de San José. Con tan noble motivo, exclamó con el acento propio de un hombre enardecido de celo por la gloria de Dios y defensa de los oprimidos: « ¡ Cómo! ¿Los hombres viciosos se multiplican todos los días, y ninguno dice que sobran; están las ciudades llenas de gente perdida; hierven las calles y plazuelas de hombres vagabundos é insolentes; se ven por todas partes mozuelos y mujerzuelas entregados al vicio, y nada de esto se tiene por sobrado; y cuatro monjitas metidas en un rincón encomendándonos á Dios, se tienen por de más, y por carga intolerable de la república? ¿Qué es esto, señores? ¿Qué ejércitos de enemigos cercan la ciudad? ¿Solas cuatro monjas descalzas, pobres y virtuosas, son motivo de tanta conmoción en una ciudad tan noble y tan leal como Avila de los Caballeros?» Estas palabras de este venerable Padre aplacaron entónces el furor del pueblo, y se resolvió dilatar la ejecución de lo que habían deliberado hasta meditarlo mejor. La Santa Madre, como se comprende, estaba en la Encarnación sufriendo las mayores

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parado para ejecutar la <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong>l monasterio,<br />

cuando lleno <strong>de</strong> fortaleza un religioso<br />

dominico, llamado Fr. Domingo Bañez, se levantó<br />

en medio <strong>de</strong> la asamblea á <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r las<br />

pobrecitas religiosas <strong>de</strong> San José. Con tan<br />

noble motivo, exclamó con el acento propio<br />

<strong>de</strong> un hombre enar<strong>de</strong>cido <strong>de</strong> celo por la gloria<br />

<strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> los oprimidos: « ¡ Cómo!<br />

¿Los hombres viciosos se multiplican todos los<br />

días, y ninguno dice que sobran; están las ciuda<strong>de</strong>s<br />

llenas <strong>de</strong> gente perdida; hierven las calles<br />

y plazuelas <strong>de</strong> hombres vagabundos é insolentes;<br />

se ven por todas partes mozuelos y<br />

mujerzuelas entregados al vicio, y nada <strong>de</strong> esto<br />

se tiene por sobrado; y cuatro monjitas metidas<br />

en un rincón encomendándonos á Dios, se<br />

tienen por <strong>de</strong> más, y por carga intolerable <strong>de</strong><br />

la república? ¿Qué es esto, señores? ¿Qué ejércitos<br />

<strong>de</strong> enemigos cercan la ciudad? ¿Solas cuatro<br />

monjas <strong>de</strong>scalzas, pobres y virtuosas, son<br />

motivo <strong>de</strong> tanta conmoción en una ciudad tan<br />

noble y tan leal como Avila <strong>de</strong> los Caballeros?»<br />

Estas palabras <strong>de</strong> este venerable Padre<br />

aplacaron entónces el furor <strong>de</strong>l pueblo, y se<br />

resolvió dilatar la ejecución <strong>de</strong> lo que habían<br />

<strong>de</strong>liberado hasta meditarlo mejor.<br />

La <strong>Santa</strong> Madre, como se compren<strong>de</strong>, estaba<br />

en la Encarnación sufriendo las mayores

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