Vida Compendiada de Santa Teresa de Jesus
— 36 — Cármen y toda la España solemnice este acontecimiento portentoso? Herida, pues, Teresa de Jesús en la parte más sensible de su cuerpo, y conmovidas sus entrañas por la angélica saeta , murió aquélla á las cosas de la tierra y no vivió más que para las del cielo. Desde aquí verémos á Teresa pasar sus días en raptos, éxtasis, vuelos de espíritu , y aquella total ocupación en Dios, de la que hablando San Pablo, decía: Nostra conversatio in ccelis est, « Nuestra comunicación está en el cielo». Efectivamente que la comunicación de Teresa estaba en el cielo, y era tanto lo que ésta agradaba al Señor, que su natural no podía sufrir el ímpetu de las divinas consolaciones: excusábase cuanto podía de tener oración^ mas al ponerse sólo á rezar el rosario, quedaba arrebatada en espíritu y veíase trasportada al cielo, donde contemplaba lo que más recreaba á su extasiado ánimo. En una de estas ocasiones vió en la gloria á su padre y á su madre. En fin , no puede describirse la dulce Violencia que Jesucristo hacía á su escogida esposa para conservarla en su intimidad amorosa, y endulzarle por este medio las miserias de la vida. «Mira, hija, la dijo una vez mostrándola
- 57 - los esplendores de su corte celestial, mira la que pierden los hombres que van contra mi. No dejes de decirlo». ¡Oh! ¡Y quién pudiese apreciar el valor de este encargo que el Hijo de Dios daba á su sierva Teresa! Cuando el hombre ofende á su Dios, y por el pecado se hace esclavo de Satanás, pierde el tesoro de la gracia y queda desheredado de los bienes del cielo. ¿Qué es de extrañar, que al ver tanta pérdida, nuestro Redentor se sirva de todos los medios para salvar á los hombres? Para que Teresa se asegurára más del amor que la tenia, Jesús pidió á su Divino Padre y al Espíritu Santo, la recreasen también con singulares mercedes. Estando un día en oración con aquellas humillaciones que acostumbraba, llorando sus infidelidades, tuvo un rapto, en el que vió á la Sacratísima Humanidad del Hijo, con más gloria que nunca, dentro de los pechos del Padre. Vió además el trono de la Divinidad sostenido por unos animales, que comprendió ser ángeles. El resultado de esta visión fué pedir á Dios consumirse en su alma las reliquias del pecado y enardecerla más y más en su amor. «Procura mejorarte siempre sin cesar», la dijo Nuestro Señor Jesucristo; y Teresa abrasada de celo hace aquí voto de obrar siempre
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Herida, pues, <strong>Teresa</strong> <strong>de</strong> Jesús en la parte<br />
más sensible <strong>de</strong> su cuerpo, y conmovidas sus<br />
entrañas por la angélica saeta , murió aquélla<br />
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Des<strong>de</strong> aquí verémos á <strong>Teresa</strong> pasar sus<br />
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aquella total ocupación en Dios, <strong>de</strong> la que hablando<br />
San Pablo, <strong>de</strong>cía: Nostra conversatio in<br />
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<strong>Teresa</strong> estaba en el cielo, y era tanto lo que<br />
ésta agradaba al Señor, que su natural no podía<br />
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excusábase cuanto podía <strong>de</strong> tener oración^<br />
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En fin , no pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>scribirse la dulce<br />
Violencia que Jesucristo hacía á su escogida<br />
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«Mira, hija, la dijo una vez mostrándola