Vida Compendiada de Santa Teresa de Jesus

28.08.2017 Views

-Bode una verdadera caridad. Bien pronto comprendieron las religiosas cuán errados eran sus pensamientos, y que en Teresa más tenían un serafín que una criatura ordinaria. Recordarémos sólo el caso siguiente, para que se vea la virtud de esta mujer nada común. Había entonces en el convento de la Encarnación una religiosa enferma en el estado' más doloroso y repugnante: consistía la enfermedad en unas úlceras que tenía en el vientre, por donde arrojaba hasta los alimentos. Las Hermanas del monasterio se compadecían de su mal, pero no tenían valor ni para curarla ni para asistirla. Viendo Teresa tanta desolación en la paciente, tomó á su cargo su curación y asistencia, y lo hacía con tanto esmero, que la misma enfermase asombraba. ¡Pero qué! ¡qué es de admirar el que obrára así, cuando abrasada de amor de Dios suspiraba la diese el Señor el mismo padecimiento! Pedía al Señor curase á su Hermana y trasladase á sí misma la enfermedad. Bien parece que el Señor escuchó sus deséos, pues en breve, como la misma Santa decía, principió á experimentar grandes enfermedades, que la duraron toda la vida. Aprovechábase el demonio de estos padecimientos para espantarla. La recordaba las comodidades de la casa paterna y la facilidad de

— 3i — poderse salvar allí. Teresa, haciéndose superior á estas asechanzas del común enemigo, preparó su corazón para hacer la profesión religiosa. ¡Quién pudiera expresar las mortificaciones, ayunos y oraciones.con que se preparó para este solemne día de su unión con Dios! Hizo, pues , su profesión cumplido el año del noviciado, con asistencia y mucho consuelo de su padre , y con gran alegría de las religiosas. Parece que todos estaban presagiando el bien y honor que había de recibir esta casa con esta nueva flor del jardín del Carmelo. La Santa Madre tuvo en este día un consuelo que no podía ella misma expresar, y que veinte años después de su profesión manifestaba con estas singulares palabras: «No sé cómo pasar de aquí cuando me acuerdo de la manera de mi profesión y el contento con que la hice. Esto no lo puedo decir sin lágrimas, y habían de ser de sangre, y quebrárseme debería el corazón al ver lo mal que he correspondido». La Santa Madre, viéndose ya unida á su Dios por los votos religiosos, aumentó sus mortificaciones, duplicó su oración, y los deberes religiosos los llenaba con una alegría y fervor edificante. Mas apénas había pasado un año de su profesión, que era .á los veintitrés de su edad, quiso el Señor que experimentase los do-

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po<strong>de</strong>rse salvar allí. <strong>Teresa</strong>, haciéndose superior<br />

á estas asechanzas <strong>de</strong>l común enemigo,<br />

preparó su corazón para hacer la profesión religiosa.<br />

¡Quién pudiera expresar las mortificaciones,<br />

ayunos y oraciones.con que se preparó<br />

para este solemne día <strong>de</strong> su unión con Dios!<br />

Hizo, pues , su profesión cumplido el año <strong>de</strong>l<br />

noviciado, con asistencia y mucho consuelo <strong>de</strong><br />

su padre , y con gran alegría <strong>de</strong> las religiosas.<br />

Parece que todos estaban presagiando el bien<br />

y honor que había <strong>de</strong> recibir esta casa con esta<br />

nueva flor <strong>de</strong>l jardín <strong>de</strong>l Carmelo. La <strong>Santa</strong><br />

Madre tuvo en este día un consuelo que no<br />

podía ella misma expresar, y que veinte años<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su profesión manifestaba con estas<br />

singulares palabras: «No sé cómo pasar <strong>de</strong><br />

aquí cuando me acuerdo <strong>de</strong> la manera <strong>de</strong> mi<br />

profesión y el contento con que la hice. Esto<br />

no lo puedo <strong>de</strong>cir sin lágrimas, y habían <strong>de</strong> ser<br />

<strong>de</strong> sangre, y quebrárseme <strong>de</strong>bería el corazón<br />

al ver lo mal que he correspondido».<br />

La <strong>Santa</strong> Madre, viéndose ya unida á su<br />

Dios por los votos religiosos, aumentó sus mortificaciones,<br />

duplicó su oración, y los <strong>de</strong>beres<br />

religiosos los llenaba con una alegría y fervor<br />

edificante. Mas apénas había pasado un año <strong>de</strong><br />

su profesión, que era .á los veintitrés <strong>de</strong> su<br />

edad, quiso el Señor que experimentase los do-

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