Vida Compendiada de Santa Teresa de Jesus
y esmeraldas. ¡Quién, ¡oh Dios mío! pudiera dar voces á todas las criaturas para que se acercasen á Vos y gustasen la dulzura de vuestro trato! Estos acentos fervorosos de Doña María se grababan profundamente en el corazón sensible de Teresa, y la iban inclinando á ser religiosa, aunque no en las agustinas, porque su austeridad la espantaba, y las jóvenes de la casa la resfriaban ponderando más de lo debido la rigidez de vida de la Orden agustina. Todo el año de i532 estuvo la Santa fluctuando por abrazar el estado religioso, y últimamente puso sus ojos en la Orden de María en el convento de la Encarnación de Avila, donde tenía una amiga. Quiso el Señor providencialmente enfermára en el convento de Gracia, y su padre, viendo el peligro de morir en que estaba, la llevó á su casa á últimos del mismo año. Luégo que la vio fuera de peligro de muerte, la mandó para restablecerse á Castellanos de la Cañada, en donde se encontraba su hermana Doña María. Pasó la Santa por Hortigosa de la Cañada, y un tío suyo, llamado D. Pedro Sánchez de Cepeda, la detuvo en su casa, y conferenciando los dos sobre las grandezas de la vida religiosa, logró que su tío abrazase esta vida, en la cual murió en opinión de santidad. En los días que estuvo en su
25 compañía, se ocupaban en la oración, en la lectura de libros espirituales, con especialidad en las Epístolas de San Jerónimo. Esta ocupación, tan grata á los ojos de Dios, confirmó á Teresa en su vocación á ser religiosa. ¡Oh, quién pudiera ponderar lo que aprovechan la lectura de buenos libros y el trato con almas espirituales! Puede decirse con seguridad que el buen ejemplo de su tío y la lectura de los buenos libros pusieron el sello á su heróica determinación. Tuvo Teresa laventaja de tener por maestros á dos insignes doctores de la Iglesia, al gran San Agustín , que la educó, y á San Jerónimo, que la inspiró la resolución de dejar todas las cosas de la tierra por obedecer á la voz de Dios. Después de estar en compañía de su tío algunos días, pasó á casa de su hermano, y permaneció en ella durante el año 1533. Allí tuvo tiempo de meditar cómo había de ejecutar su deséo de ser monja cuando volviese á la casa de su padre. Unos tres meses duró esta batalla, y últimamente se atrevió á decírselo áéste, á quien, como decía la Santa Madre, manifestarle su resolución de ser religiosa , era como tenerlo ya realizado , porque su pundonor y voluntad era tal, que por nada ni por nadie cambiaría de parecer. Mucho sobresaltó
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compañía, se ocupaban en la oración, en la<br />
lectura <strong>de</strong> libros espirituales, con especialidad<br />
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tan grata á los ojos <strong>de</strong> Dios, confirmó<br />
á <strong>Teresa</strong> en su vocación á ser religiosa.<br />
¡Oh, quién pudiera pon<strong>de</strong>rar lo que aprovechan<br />
la lectura <strong>de</strong> buenos libros y el trato<br />
con almas espirituales! Pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse con seguridad<br />
que el buen ejemplo <strong>de</strong> su tío y la<br />
lectura <strong>de</strong> los buenos libros pusieron el sello á<br />
su heróica <strong>de</strong>terminación. Tuvo <strong>Teresa</strong> laventaja<br />
<strong>de</strong> tener por maestros á dos insignes doctores<br />
<strong>de</strong> la Iglesia, al gran San Agustín , que<br />
la educó, y á San Jerónimo, que la inspiró la<br />
resolución <strong>de</strong> <strong>de</strong>jar todas las cosas <strong>de</strong> la tierra<br />
por obe<strong>de</strong>cer á la voz <strong>de</strong> Dios.<br />
Después <strong>de</strong> estar en compañía <strong>de</strong> su tío algunos<br />
días, pasó á casa <strong>de</strong> su hermano, y permaneció<br />
en ella durante el año 1533. Allí tuvo<br />
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<strong>de</strong> su padre. Unos tres meses duró esta batalla,<br />
y últimamente se atrevió á <strong>de</strong>círselo áéste,<br />
á quien, como <strong>de</strong>cía la <strong>Santa</strong> Madre, manifestarle<br />
su resolución <strong>de</strong> ser religiosa , era<br />
como tenerlo ya realizado , porque su pundonor<br />
y voluntad era tal, que por nada ni por<br />
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