Vida Compendiada de Santa Teresa de Jesus
— 266 — que en la actualidad es una capilla de la cual las religiosas sacan tierra para hacer estatuitas de Santa Teresa, que se dan á los fieles que visitan en Alba el lugar venerando donde reposan sus reliquias. Temiendo las religiosas que les quitáran tan precioso depósito, hicieron echar sobre él dos carros de cal viva para que viniera luégo á disolución; mas no quería el Señor que fuera asi, y no permitió que la corrupción atacase su cuerpo virginal. Hizo el Señor que se conservase intacto milagrosamente, no obstante los materiales con que se le había querido reducir á polvo. Algo sospechaban las monjas de las maravillas que estaba obrando el Señor con el cuerpo de su amada esposa; porque observaban salir del sepulcro un olor tan variado, y tan agradable, que les causaba una recreación indecible. Ademas advertían que en la tumba se oían con frecuencia golpes muy especiales: todo esto les hacía arrepentirse de haber cargado tanto el sepulcro con cal y piedras; y para en algún modo reparar esta falta, que juzgaban haber cometido con su bendita Madre, dijeron al Padre Provincial sería muy conveniente averiguar el estado del cuerpo. Efectivamente, hicieron el desenterramiento á los nueve
— 267 — meses con el mayor sigilo, y hallaron el ataúd, los vestidos y todos los paños con que cubrieron el cadáver podridos; mas el santo cuerpo tan fresco, tan flexible, tan hermoso y exhalando tal fragancia, como el día de su entierro. Sentimiento causó á todas el volver á la tierra un cuerpo que tanto honraba el cielo; pero era preciso cubrirlo con nuevos vestidos, y puesto con más decencia, restituirlo á su lugar. Antes de sepultarlo, cortó el Padre Provincial la mano izquierda á la Santa, para traerla consigo en una caja á Avila, por si no podía llevar el santo cuerpo al primer monasterio de la Reforma, como lo había prometido al Illmo. Sr. D. Alvaro de Mendoza, Prelado que, como se ha visto en el discurso de esta vida, favoreció tanto los principios de la Reforma, y había escogido por su sepultura la capilla mayor del convento de San José, deseando reposar en frente de la Santa, á quien tanto veneraba. Aunque las monjas de Avila ignoraban que el P. Provincial les traía en un cofrecito cerrado la mano izquierda de la Santa, vió la Madre Priora sobre el cofre á Santa Teresa y á la mano separada del cuerpo. Díjole entonces la visión: «Tengan cuidado de ese cofre, que en él está una de mis manos». Ni áunesta
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mas no quería el Señor que fuera asi,<br />
y no permitió que la corrupción atacase su<br />
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intacto milagrosamente, no obstante<br />
los materiales con que se le había querido reducir<br />
á polvo.<br />
Algo sospechaban las monjas <strong>de</strong> las maravillas<br />
que estaba obrando el Señor con el cuerpo<br />
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al Padre Provincial sería muy conveniente<br />
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