Vida Compendiada de Santa Teresa de Jesus
252 en una buena sala que les tenía preparada Doña Catalina para el efecto, y en la que los PP. Jesuítas habían tenido su oratorio. Las religiosas se veían precisadas á salir los días de fiesta muy de mañana á oir Misa en una iglesia de la ciudad. En este conflicto deseó la Santa Madre hablar personalmente á su Señoría Ilustrísima. Escuchóla el Prelado, y aunque ésta le presentó mil razones con aquel tino y prudencia que acostumbraba, no pudo alcanzar nada de él. El P. Provincial acusaba á la Santa de ser ocasión de estas incomodidades; pero ella le animaba, diciéndole que la fundación se haría de seguro. Le aconsejó fuese á predicar la Cuaresma á Valladolíd, y dejase á su compañero para que les hiciese los servicios indispensables. En este estado de desolación , la consoló el Señor con estas palabras: «Teresa, tén fuerte». Viendo una situación tan penosa, Doña Catalina de Tolosa dió toda la renta necesaria para el sostenimiento de la Comunidad. Buscaron entóncescasa para comprarla; encontraron una muy capaz, que aunque á los de la ciudad les parecía muy mala, y que hasta los mismos religiosos Basilios la habían despreciado por no creerla conveniente para un monasterio, agradó á las Carmelitas, y convinieron en las condiciones de compra.
— 253 — Aquí quiso el demonio enredar los asuntos, porque persuadió á los mismos que la habían despreciado ántes de que era muy á propósito para lo que necesitaban; y éstos hicieron todo lo que fue en su poder para quitarla ála Santa. Pero la honradez del eclesiástico que se había ocupado en la compra aseguró la posesión á las Carmelitas. La Santa entónces entró en escrúpulos, si sería faltar á la pobreza el dar tanto dinero para una casa de pobres monjas. Pero el Señor le quitó su ansiedad, diciéndole: «¿De qué te turbas? ¿En dinero te detienes?» Tomaron, pues, las religiosas posesión de la casa la víspera de San José, comprobando esta coincidencia el interés que el Santo Patriarca se tomaba por la Reforma de su devota Teresa. A todo esto faltaba la licencia del Sr. Arzobispo, y aunque las religiosas tenían casa y renta , no dejaron de sentir sus pesares hasta ver realizada la instalación canónica. Había puesto la Santa Madre en la casa algunas rejas, y sabiéndolo el Prelado, se irritó, juzgando que erá legalizar la fundación sin su beneplácito, y dijo á la Santa en su indignación, que se quería anticipar á toda providencia. La Santa le escribió que nada se haría sin su licencia; que ni áun una cruz había querido poner , y que las rejas y torno que había hecho fijar, era
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