Vida Compendiada de Santa Teresa de Jesus
— 244 — observancia regular en su primera Casa , se disponía á hacer la fundación de Búrgos; mas llegó entónces á Avila nuestro P. San Juan de la Cruz con cartas de la Venerable Ana de Jesús, suplicándole fuese á Granada á establecer un convento, porque personas de influjo lo reclamaban. La Santa le contestó que se encargára ella misma de la empresa, que le era imposible ir entónces á Andalucía. Salió la Venerable Ana de Veas para desempeñar lo cometido, con once religiosas que nuestro P. San Juan de la Cruz escogió en los monasterios de Avila, Toledo y Veas. Pero al llegar á Granada encontraron al Sr. Arzobispo tan opuesto á la fundación, que no bastaron los ruegos y empeños de las personas más principales para doblegarle. Alegaba por causa no tener renta bastante para mantener á las religiosas. Furioso el demonio al ver que la fundación se hacía á pesar de todas las contradicciones, levantó una tremenda tempestad para asustar á las monjas en el camino y hacerlas retroceder, 51 lo pudiera conseguir. La Venerable, comprendiendo que eran astucias del enemigo, siguió impávida su rumbo, y al llegar á la vista de la ciudad, la vieron como si estuviera toda en llamas; en efecto, cayó sobre el palacio arzobispal un rayo que quemó parte de la librería
— 245 — y mató las muías del coche, y al mismo Prelado le postró en la cama por el pavor que le había causado. En esta disposición llegaron las Carmelitas á Granada. El demonio había tan bien preparado sus baterías, que el dueño de la casa que habían arrendado deshizo la escritura de arrendamiento cuando supo que era en favor de unas religiosas; de modo que las pobres monjas se encontraron en la calle sin tener abrigo alguno. Sus valedores no se atrevían á importunar más al Sr. Arzobispo, y fue un grandísimo favor el que les hizo un caballero de la ciudad, D. Luis de Mercado, que compadecido de la triste situación en que las veía, rogó á su hermana, llamada Doña Ana de Peñalosa, señora principal de aquella población, que las recibiese en su casa. Hízolo así la buena señora, y las tuvo en su compañía siete meses. ¡ El Señor no había abandonado á sus siervas! El Sr. Arzobispo , profundamente conmovido por el acontecimiento de la víspera, y temiendo irritar al Señor si continuaba oponiéndose á la fundación de las Carmelitas, cuando supo al madrugar que habían llegado y que las había acogido en su palacio Doña Ana de Peñalosa , mandó á su Provisor á decirles Misa, porque era día de obligación.
- Page 200 and 201: — 194 — Comunidad entera presen
- Page 202 and 203: — ig6 — Miéntras que la Santa
- Page 204 and 205: prendió después ser la Virgen Mar
- Page 206 and 207: — 20O — otro acontecimiento ext
- Page 208 and 209: ción, y las demás religiosas que
- Page 210 and 211: — 204 — ñor, cuando quería qu
- Page 213 and 214: CAPITULO XVII. FUNDA LA SANTA MADRE
- Page 215 and 216: — 209 —' pués fue electo Provi
- Page 217 and 218: No es posible describir mejor las a
- Page 219 and 220: — 213 — misma Señora, á quien
- Page 221 and 222: — 2l5 — den del Capítulo gener
- Page 223 and 224: — 217 — P. Gracian y el P. Mari
- Page 225 and 226: — 219 — hace grandes alegrías
- Page 227 and 228: 221 sujetasen fácilmente al yugo d
- Page 229 and 230: — 223 — grandes demostraciones
- Page 231 and 232: — 225 — El demonio quería apro
- Page 233 and 234: CAPITULO XVIII. FUNDA LA SANTA MADR
- Page 235 and 236: — 229 — dejára otro recuerdo d
- Page 237 and 238: 231 interés que se tenía en compr
- Page 239 and 240: — 233 — ración de los Calzados
- Page 241 and 242: — 235 — cián). Se formaron tam
- Page 243 and 244: — 287 — ron de rodillas en medi
- Page 245 and 246: — 289 — Puede decirse que de la
- Page 247 and 248: CAPÍTULO XIX. VIENE LA SANTA MADRE
- Page 249: — 243 — el Señor, que tiene en
- Page 253 and 254: — 247 — fueran al convento y no
- Page 255 and 256: — 249 — estaba la Descalcéz pa
- Page 257 and 258: — 25l — vosotras». Bien claro
- Page 259 and 260: — 253 — Aquí quiso el demonio
- Page 261 and 262: — 255 — dado á luz á Benjamí
- Page 263 and 264: — 257 — ron en estado de no pod
- Page 265 and 266: CAPITULO XX. MUERE LA SANTA MADRE T
- Page 267 and 268: — 2G1 — lo que nunca le faltó
- Page 269 and 270: — 263 ~ «¡En fin , soy hija de
- Page 271 and 272: — 265 — la noche y algunos minu
- Page 273 and 274: — 267 — meses con el mayor sigi
- Page 275 and 276: — 269 — cial, el P. Doria, los
- Page 277 and 278: — 271 — dores de los pueblos po
- Page 279 and 280: — 273 — mos aquí por no traspa
- Page 281 and 282: — 275 — un Santo con el título
- Page 283 and 284: — 277 — el más excelente que h
- Page 285 and 286: — 279 — Entre todas las obras d
- Page 287 and 288: NOTAS QUE PUEDEN SERVIR Á LOS PIAD
- Page 289 and 290: 283 NOTA 3.a El monasterio déla En
- Page 291 and 292: — 285 — NOTA 5.a El monasterio
- Page 293 and 294: — 287 — funda gratitud. Una de
- Page 295 and 296: — 289 — rabie! Desde ese día l
- Page 297 and 298: — 291 —' descalzos, honrando de
- Page 299 and 300: — 29^ — Je capilks; las de la d
— 244 —<br />
observancia regular en su primera Casa , se<br />
disponía á hacer la fundación <strong>de</strong> Búrgos; mas<br />
llegó entónces á Avila nuestro P. San Juan <strong>de</strong><br />
la Cruz con cartas <strong>de</strong> la Venerable Ana <strong>de</strong><br />
Jesús, suplicándole fuese á Granada á establecer<br />
un convento, porque personas <strong>de</strong> influjo lo<br />
reclamaban. La <strong>Santa</strong> le contestó que se encargára<br />
ella misma <strong>de</strong> la empresa, que le era imposible<br />
ir entónces á Andalucía. Salió la Venerable<br />
Ana <strong>de</strong> Veas para <strong>de</strong>sempeñar lo cometido,<br />
con once religiosas que nuestro P. San<br />
Juan <strong>de</strong> la Cruz escogió en los monasterios <strong>de</strong><br />
Avila, Toledo y Veas. Pero al llegar á Granada<br />
encontraron al Sr. Arzobispo tan opuesto á<br />
la fundación, que no bastaron los ruegos y empeños<br />
<strong>de</strong> las personas más principales para doblegarle.<br />
Alegaba por causa no tener renta<br />
bastante para mantener á las religiosas. Furioso<br />
el <strong>de</strong>monio al ver que la fundación se<br />
hacía á pesar <strong>de</strong> todas las contradicciones, levantó<br />
una tremenda tempestad para asustar á<br />
las monjas en el camino y hacerlas retroce<strong>de</strong>r,<br />
51 lo pudiera conseguir. La Venerable, comprendiendo<br />
que eran astucias <strong>de</strong>l enemigo, siguió<br />
impávida su rumbo, y al llegar á la vista<br />
<strong>de</strong> la ciudad, la vieron como si estuviera toda<br />
en llamas; en efecto, cayó sobre el palacio arzobispal<br />
un rayo que quemó parte <strong>de</strong> la librería