Vida Compendiada de Santa Teresa de Jesus

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— 242 — como en su misericordia miraba con predilección aquella Casa, cuna del Carmelo reformado, quiso poner remedio, haciendo venir á la Santa. La apremiaba de tal modo el Señor, según ella misma confiesa, que aunque fuera menester ir á pie á Avila , no hubiera dejado de ir. Púsose en efecto en camino, y llegó á San José en los primeros días de Setiembre. El R. P. Provincial hizo renunciar á la Priora actual de su oficio , y mandó que procedieran á nueva elección. Como las religiosas conocían que ninguna podía volverlas á su antigua observancia mejor que Santa Teresa, la eligieron Priora por unanimidad. Resistía la Santa la elección, alegando su ancianidad y achaques; mas el P. Provincial, haciéndola postrar, según costumbre de la Orden, entonó el TeDeum, que las religiosas fueron cantando al coro escoltando á la nueva Priora. No puede explicarse el ardor con que Santa Teresa de Jesús procuró levantar el espíritu decaído de sus Hijas. La Santa les recordaba su primitivo fervor, les traía á la memoria las promesas de Su Divina Majestad en favor de aquella Casa, y que si ellas eran exactas en cumplir lo que habían prometido, estuvieran seguras de que Dios les daría en lo temporal todo cuanto necesitáran. Así lo vieron por experiencia, porque

— 243 — el Señor, que tiene en sus manos el corazón del hombre, les fue proveyendo de lo necesario. Para más estimularlas, quiso que vieran á su Santa Prelada tan inflamada en amor divino y despidiendo de su rostro tales resplandores, que como decía la Venerable Anade San Bartolomé, dejaba á las religiosas casi divinizadas. Por otra parte, salían de su cuerpo olores tan agradables, que les parecía estaban en el paraíso, y el Maestro Julián de Avila cuenta del Padre Fr. Diego de Yepes (que más tarde fue historiador de la Santa), que sintiendo un día le olía la boca como á almizcle, pensó entre si que la Madre Teresa usaría de olores, y habiéndolo preguntado á sus monjas, le contestaron que no solamente no usaba de ellos, sino que los aborrecía como fuego. Ademas quiso el Señor viesen las monjas cómo de sus manos salía la virtud de sanarlo todo. Estando en una ocasión la Hermana María de San Francisco tan atormentada de dolores que las religiosas creyeron iba á morir luégo, fueron á decírselo á la Santa; y puesta ésta de rodillas ante la enferma, oró á Dios, pasó después sus manos por las partes doloridas de la enferma, y á medida que iba tocándolas desaparecían los dolores, y por fin quedó enteramente sana. Cuando la Santa Madre hubo asentado la

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como en su misericordia miraba con predilección<br />

aquella Casa, cuna <strong>de</strong>l Carmelo reformado,<br />

quiso poner remedio, haciendo venir á la<br />

<strong>Santa</strong>. La apremiaba <strong>de</strong> tal modo el Señor, según<br />

ella misma confiesa, que aunque fuera menester<br />

ir á pie á Avila , no hubiera <strong>de</strong>jado <strong>de</strong><br />

ir. Púsose en efecto en camino, y llegó á San<br />

José en los primeros días <strong>de</strong> Setiembre. El<br />

R. P. Provincial hizo renunciar á la Priora<br />

actual <strong>de</strong> su oficio , y mandó que procedieran<br />

á nueva elección. Como las religiosas conocían<br />

que ninguna podía volverlas á su antigua observancia<br />

mejor que <strong>Santa</strong> <strong>Teresa</strong>, la eligieron<br />

Priora por unanimidad. Resistía la <strong>Santa</strong> la<br />

elección, alegando su ancianidad y achaques;<br />

mas el P. Provincial, haciéndola postrar, según<br />

costumbre <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n, entonó el TeDeum,<br />

que las religiosas fueron cantando al coro escoltando<br />

á la nueva Priora. No pue<strong>de</strong> explicarse<br />

el ardor con que <strong>Santa</strong> <strong>Teresa</strong> <strong>de</strong> Jesús<br />

procuró levantar el espíritu <strong>de</strong>caído <strong>de</strong> sus<br />

Hijas. La <strong>Santa</strong> les recordaba su primitivo<br />

fervor, les traía á la memoria las promesas <strong>de</strong><br />

Su Divina Majestad en favor <strong>de</strong> aquella Casa,<br />

y que si ellas eran exactas en cumplir lo que<br />

habían prometido, estuvieran seguras <strong>de</strong> que<br />

Dios les daría en lo temporal todo cuanto necesitáran.<br />

Así lo vieron por experiencia, porque

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