Vida Compendiada de Santa Teresa de Jesus
P. Fr. Germán , y los llevaron en silencio al convento del Carmen. Los despojaron del hábito de descalzos, les vistieron un hábito de la Observancia, y sigilosamente los encarcelaron; á San Juan de la Cruz en el convento de Toledo, y al P. Fr. Germán en el de la Moraleja. La ciudad de Avila quedó como atónita al divulgarse el suceso de la prisión de los Padres descalzos; y Santa Teresa, considerando este acontecimiento como excesivamente funesto, escribió al mismo Rey D. Felipe H, diciéndole: « Está todo el lugar bien escandalizado... A mi me tiene muy lastimada verlos en sus manos, que há días que lo desean... Por amor de Dios suplico á V. M. mande que con brevedad les rescaten, y que se dé orden como no padezcan tanto con los del paño (mitigados), estos pobres descalzos todos, que ellos no hacen sino callar y padecer. Y ganan mucho, mas dáse escándalo en los pueblos». El acudir Santa Teresa al Rey de las Españas no fue capricho de mujer exaltada, sino mandato de Nuestro Señor, de la Santísima Virgen y de San José, quienes le aseguraron en una visión que se portaría el Rey como padre para con los descalzos , si se le encomendaba la reparación de medidas tan injustas. Nuestro Señor le dijo también en un rapto: «Ahora que el infierno
— 219 — hace grandes alegrías al ver perseguida la Reforma, y los' grandes de la tierra se gozan en su ruina; ahora que el Nuncio ha dado sentencia para deshacer la Reforma del Carmen, yo la confirmo en el cielo». Cuando el Rey de los reyes confirmaba asi la Reforma, ¿cómo no la había de proteger el católico Rey, en cuyos dominios había tenido origen? Así fue: hizo Felipe n nombrar cuatro asistentes que entendiesen en la información de las acusaciones que se hacían contra los Descalzos, y conocida su inocencia, el rey, los asistentes y personas de influjo convinieron era una necesidad obtener del Papa Breve de separación de los calzados y descalzos. Pidióse efectivamente ese Breve á Su Santidad, y fue concedido el 22 de Junio de 1580, estando la Santa Madre en la fundación de Falencia, según más adelante se dirá. Algún tanto se sosegaba la persecución de la Descalcéz con las providencias de los asistentes; se nombró Visitador apostólico al Padre Fr. Angel de Salazar, hijo muy amante de la Observancia, y celoso por la Reforma de su Orden. Este venerable Padre escribió á Santa Teresa consolándola, dándole facultades para que fundára como ántes, y diciéndole que no dejára de visitar á sus Hijas de Castilla que se ha-
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la Observancia, y sigilosamente los encarcelaron;<br />
á San Juan <strong>de</strong> la Cruz en el convento <strong>de</strong><br />
Toledo, y al P. Fr. Germán en el <strong>de</strong> la Moraleja.<br />
La ciudad <strong>de</strong> Avila quedó como atónita<br />
al divulgarse el suceso <strong>de</strong> la prisión <strong>de</strong> los Padres<br />
<strong>de</strong>scalzos; y <strong>Santa</strong> <strong>Teresa</strong>, consi<strong>de</strong>rando<br />
este acontecimiento como excesivamente funesto,<br />
escribió al mismo Rey D. Felipe H, diciéndole:<br />
« Está todo el lugar bien escandalizado...<br />
A mi me tiene muy lastimada verlos<br />
en sus manos, que há días que lo <strong>de</strong>sean... Por<br />
amor <strong>de</strong> Dios suplico á V. M. man<strong>de</strong> que con<br />
brevedad les rescaten, y que se dé or<strong>de</strong>n como<br />
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estos pobres <strong>de</strong>scalzos todos, que ellos no hacen<br />
sino callar y pa<strong>de</strong>cer. Y ganan mucho,<br />
mas dáse escándalo en los pueblos». El acudir<br />
<strong>Santa</strong> <strong>Teresa</strong> al Rey <strong>de</strong> las Españas no fue capricho<br />
<strong>de</strong> mujer exaltada, sino mandato <strong>de</strong><br />
Nuestro Señor, <strong>de</strong> la Santísima Virgen y <strong>de</strong><br />
San José, quienes le aseguraron en una visión<br />
que se portaría el Rey como padre para con los<br />
<strong>de</strong>scalzos , si se le encomendaba la reparación<br />
<strong>de</strong> medidas tan injustas. Nuestro Señor le dijo<br />
también en un rapto: «Ahora que el infierno