Vida Compendiada de Santa Teresa de Jesus

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— 210 — Al llegar á Sevilla se instalaron provisionalmente en la casa que les tenían preparada, esperando la licencia del Sr. Arzobispo para comenzar la vida regular. Este Prelado había prometido dar su autorización para la fundación, y en esta confianza habían llegado las Carmelitas; pero luégo que supo se hallaban ya en la ciudad sin llamarlas definitivamente, se resistió y. puso obstáculos al establecimiento del monasterio, negando su permiso. En este conflicto, se personó con él el P, Mariano, y habiéndole hecho algunas observaciones oportunas, obtuvo al fin licencia para celebrar la primera Misa y colocar el Santísimo Sacramento, lo que tuvo su entero cumplimiento al mes de llegar las religiosas. Parece que el demonio presagiaba los grandes bienes que las monjas Carmelitas harían en aquella población tan importante. Fueron tantos los trabajos que la Santa Madre padeció en esta casa, que puede decirse fue para ella el huerto de Gethsemaní. «Nunca me vi, decía, más pusilánime y cobarde en mi vida, que allí me hallé. Bien sé que la confianza que suelo tener en Nuestro Señor, no se me quitaba; mas el natural estaba tan diferente de lo que yo suelo, que entendía apartaba en parte el Señor su mano, y quería viese yo que si había tenido ánimo, no era mío».

No es posible describir mejor las angustias y sentimientos de esa mujer, de ordinario tan varonil, A estas angustias interiores se añadían las privaciones que experimentaban. Hallábase la Casa totalmente desprovista de todo. No habían traído las religiosas consigo más que sus hábitos y algunas telas para defenderse de los ardores del sol. Algunos vecinos inmediatos al convento les prestaron para sus servicios vasijas, camas y lo indispensable para el servicio de la mesa; mas apénas vieron establecido el monasterio, les pidieron todo y vinieron á quedar las infelices en una sumapobreza; sin ajuares de casa, sin camas y sin lo necesario para la asistencia de las enfermas. Lo que más sentimiento les causaba era ver á la Santa Madre muy enferma, y no tener recursos para aliviarla. El Señor, que no omitió medio alguno para perfeccionar á su querida esposa, á la par que la abrumaba con trabajos exteriores en la dirección de la Reforma y establecimiento de sus conventos , experimentando á cada paso contradicciones de todo género, y que la probaba con sequedades y penas espirituales, también la acrisolaba con las enfermedades corporales, que fueron muy récias y continuas durante toda la vida de nuestra Santa. Estaba muy

No es posible <strong>de</strong>scribir mejor las angustias y<br />

sentimientos <strong>de</strong> esa mujer, <strong>de</strong> ordinario tan<br />

varonil,<br />

A estas angustias interiores se añadían las<br />

privaciones que experimentaban. Hallábase la<br />

Casa totalmente <strong>de</strong>sprovista <strong>de</strong> todo. No habían<br />

traído las religiosas consigo más que sus<br />

hábitos y algunas telas para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rse <strong>de</strong> los<br />

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convento les prestaron para sus servicios vasijas,<br />

camas y lo indispensable para el servicio<br />

<strong>de</strong> la mesa; mas apénas vieron establecido el monasterio,<br />

les pidieron todo y vinieron á quedar<br />

las infelices en una sumapobreza; sin ajuares <strong>de</strong><br />

casa, sin camas y sin lo necesario para la asistencia<br />

<strong>de</strong> las enfermas. Lo que más sentimiento<br />

les causaba era ver á la <strong>Santa</strong> Madre muy<br />

enferma, y no tener recursos para aliviarla.<br />

El Señor, que no omitió medio alguno para<br />

perfeccionar á su querida esposa, á la par que<br />

la abrumaba con trabajos exteriores en la dirección<br />

<strong>de</strong> la Reforma y establecimiento <strong>de</strong> sus<br />

conventos , experimentando á cada paso contradicciones<br />

<strong>de</strong> todo género, y que la probaba<br />

con sequeda<strong>de</strong>s y penas espirituales, también<br />

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que fueron muy récias y continuas durante<br />

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