Vida Compendiada de Santa Teresa de Jesus
— 156 — barón y permitieron su lectura. Es verdad que este fue el resultado glorioso que tuvo la imprudencia de la Princesa; más el proceder de la señora presagiaba los muchos disgustos que había de ocasionar más adelante á Teresa y á sus Hijas. El año de 1574 murió el Príncipe, y viéndose la señora viuda, en la violencia de su dolor resolvió hacerse religiosa carmelita, y al efecto se dirigió á Pastrana acompañada del P. Baltasar, para realizar su decisión. Cuando el buen Padre manifestó á la Comunidad el objeto de su venida, la Venerable Madre Isabél de Santo Domingo, que era Priora, al oír semejante proposición, exclamó con espíritu profético: «¿La Princesa monja? Yodoy la Casa por deshecha». Prepararon, sin embargo, habitación para ella y su comitiva, y el día del entierro del Príncipe hizo la señora dentro del monasterio un recibimiento de duelo tan numeroso, que tuvieron que sufrir mucho las buenas religiosas. Pasado algún tiempo con el hábito de la Orden, y mandando á las religiosas de una manera insoportable, tuvo también el empeño de que se diera á las dos doncellas que la servían. Como se comprende, la Prelada no podía acceder á estas exigencias, y haciéndole ver que
- i S; - era necesario contar con la licencia del reverendo P. Provincial, la señora le contestó en malos términos, que en su casa nada tenia que ver el Provincial. En fin, viendo la Madre Priora y demás religiosas lo mucho que las hacia padecer, que las obras del monasterio no seguían adelante, y que les faltaba lo necesario por no cumplir aquélla las condiciones bajo cuyas bases se había hecho la fundación , escribieron á la Santa para que le hiciera saber el estado lamentable de la Comunidad. La Santa Madre escribió á la noble viuda con aquella prudencia que le era tan propia; pero nada pudo doblegarla. Cuando tan inflexible estaba en su parecer , quiso el Señor avisarla por medio de la Venerable Catalina de Cardona. Esta sierva de Dios asistía á los Maitines la noche de los Reyes con las religiosas, y en medio del coro vió que los ángeles estaban al lado de las monjas con espadas desenvainadas. Bien comprendió la Venerable lo que el cielo quería significar con esto, y al día siguiente dijo á la Princesa: «¡Oh Princesa, mira loque haces con estas monjas! no enojes á Dios, que yo estuve anoche en sus Maitines, y vi que se hallaban ángeles entre ellas, que las guardaban con espadas desnudas». Mucho conturbó esto á la Princesa; pero no bastó para corregir-
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