Santidad, Gloria y Prodigios de Santa Teresa de Jesus Tomo I
FELIPE H. (^7) PAITtO IT. ra y paredes la sangre y materia que fhikn. Tendía en tierra zarzas y abrojos , y quando nadie la pudiese ver desnuda se revolcaba en ellas. En prueba de ser gratos á Dios percibía en estos tormentos executados en fuerza del amor al Señor , y odio de sí misma, no la pena que ellos dan , sino el placer inefable que su Magcstad ponia en el corazón de los Mártires en medio de sus suplicios. ; O fuerza del amor ! ¡ O encantos del evangelio de Jesucristo , según el que los dcleytcs y regalos del mundo afligen , y lo mas penoso de él de ley ta ! Su penitencia interior daba alma á esta exterior: era un ínfimo dolor de las ofensas divinas , que arrancándole suspiros profundos del corazón los enviaba al cielo envueltos en dulces lágrimas. Quisiera morir para borrar sus culpas con la muerte : quisiera rasgar del libro de ta vida la hasta aquí vivida ; y quisiera vivir para vivir mejor. Tales eran los adelantamientos de Teresa baxo la dirección y prudencia de este confesor , el que pudo presentarla con la mayor confianza al examen y gobierno de San Francisco de Borja , quien corno comisario de la Compañía llego entonces á Avila. Este grande hombre aprobó' por de l)ios el espíritu de Teresa , y tratándola íntimamente el tiempo que le permitid su ministerio , consolido su conducta presente, dióle reglas y avisos convenientes á los adelantamientos y perfección á que I^ios por sí mismo la dirigía : veneid al Señor que empezaba á mostrarse admirable en aquella alma : dio E'acias á su Magesrad por dexarle ver los prodigios ^c su gracia , cooperando así con ella ; y dexándoconsolada se marcho , y á la seguida el padre que |a confesaba. A este substituyo el memorable padre «aitasar Alvarez , Ministro de su Colegio en Aviia, ^1 que recibiendo á su dirección á esta santa virgen, ConocidaJuego su preciosidad, y alto grado de su ^ ,rtWd , sin perder tiempo en discusiones impertinenles > desde ailí la elevo á mas. La delicadez de su
FELIPE II. (68j PAULO IV. traio mas íntimo con Dios , en que la puso , la hizo mas cautelosa y reservada en no desperdiciar con las criaturas las ternuras de su amor. Suplica á Dios con instancia y con candor , quiera ser el tínico dueño de su corazón y de su alma, sin admitir contestaciones de concurrente alguno. Complacido el Señor en la inocente petición de lo que él mismo deseaba, en el momento de su mayor ansia y fervor, enagenada de los sentidos , y fuera de sí con un arrobamiento súbito, percibe en el fondo de su alma la impresión poderosa de la palabra divina , que establece una división eterna entre ella y las demás criaturas de este mundo (a). «Ya no quiero que tengas con- JJ versación con hombres sino con Angeles." El movimiento impetuoso de este primer rapto la asusto no poco , pero el consuelo y deleyte que la voz de Dios derramo en su interior , potencias y sentidos , calmaron su sorpresa. Honrada con el trato celestial á que el rey del cielo la destinaba, entendió habérsele rompido ya todos los lazos que la aprisionaban con aficiones terrenas , y en adelante ya no trato con hombres, sino lo que el servicio de Dios y necesidad pidieron , y aun esto con mucha pena. El mundo está lleno de desgracias á que arrastran las aficione^ humanas. Tanto poder tienen estas cadenas en que el hombre mismo se aprisiona. Dichosa la alma á auien Dios se las despedaza : porque situada en aquella preciosa libertad de espíritu que ni el mundo conoce , pi menos puede dar á sus seguidores , disfruta la felicidad que los mortales podían lograr en el estado de la inocencia , perdido por una afición. Teresa ahora quanto mas desprendida de todo , es mas señora de sí , y del universo , y tomando vuelo ligero hacia Dios, se espacia por su inmensi-dad. Conducida allí por su contemplación , y favorecida con vista mas ¡fura y esclarecida que antes , ve desde aquellos senos inson- (a) Su Vida.
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FELIPE H. (^7) PAITtO IT.<br />
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gratos á Dios percibía en estos tormentos executados<br />
en fuerza <strong>de</strong>l amor al Señor , y odio <strong>de</strong> sí misma,<br />
no la pena que ellos dan , sino el placer inefable que<br />
su Magcstad ponia en el corazón <strong>de</strong> los Mártires en<br />
medio <strong>de</strong> sus suplicios. ; O fuerza <strong>de</strong>l amor ! ¡ O encantos<br />
<strong>de</strong>l evangelio <strong>de</strong> Jesucristo , según el que los<br />
dcleytcs y regalos <strong>de</strong>l mundo afligen , y lo mas penoso<br />
<strong>de</strong> él <strong>de</strong> ley ta !<br />
Su penitencia interior daba alma á esta exterior:<br />
era un ínfimo dolor <strong>de</strong> las ofensas divinas , que arrancándole<br />
suspiros profundos <strong>de</strong>l corazón los enviaba<br />
al cielo envueltos en dulces lágrimas. Quisiera morir<br />
para borrar sus culpas con la muerte : quisiera rasgar<br />
<strong>de</strong>l libro <strong>de</strong> ta vida la hasta aquí vivida ; y quisiera<br />
vivir para vivir mejor. Tales eran los a<strong>de</strong>lantamientos<br />
<strong>de</strong> <strong>Teresa</strong> baxo la dirección y pru<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong><br />
este confesor , el que pudo presentarla con la mayor<br />
confianza al examen y gobierno <strong>de</strong> San Francisco <strong>de</strong><br />
Borja , quien corno comisario <strong>de</strong> la Compañía llego<br />
entonces á Avila. Este gran<strong>de</strong> hombre aprobó' por <strong>de</strong><br />
l)ios el espíritu <strong>de</strong> <strong>Teresa</strong> , y tratándola íntimamente<br />
el tiempo que le permitid su ministerio , consolido<br />
su conducta presente, dióle reglas y avisos convenientes<br />
á los a<strong>de</strong>lantamientos y perfección á que<br />
I^ios por sí mismo la dirigía : veneid al Señor que<br />
empezaba á mostrarse admirable en aquella alma : dio<br />
E'acias á su Magesrad por <strong>de</strong>xarle ver los prodigios<br />
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|a confesaba. A este substituyo el memorable padre<br />
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ConocidaJuego su preciosidad, y alto grado <strong>de</strong> su<br />
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